Yo no lo quito
Todos los pueblos tienen su octubre. No se sabe lo que tiene este mes, pero es mes de revueltas y revoluciones. Los rusos tienen su Oktiabrskoi Revolutii y nosotros, para no ser menos. tenemos también en el comienzo de cada cuarto trimestre, nuestros otoños calientes y nuestras revoluciones. Hoy vamos a hablar de un octubre catalán que, además, estuvo combinado con otro octubre español, el del año 1934.
El dia 22 de octubre de 1933, que era domingo, los barceloneses tuvieron ocasión de presenciar una "exhibición político-deportiva" de las Juventudes de Esquerra Republicana de Estat Catalá que se celebró en Montjuich y que estuvo presidida por Francisco Maciá, que iba a fallecer el dia de Navidad de aquel mismo año. La Vanguardia daba cuenta de este acontecimiento con una breve reseña
Si la memoria no nos falla, aquel dia de octubre de 1933 fué, quizás, la primera vez que por las calles de Barcelona desfilaron unas juventudes uniformadas en formación casi militar y con bandera al frente a imitación de los partidos fascista italiano y nazi alemán. De aquella exhibición se conservan algunas fotos.
En esta se puede ver a los jóvenes desfilando por lo que hoy es Avenida de Maria Cristina, con la Plaza de España al fondo, Hacía cuatro años que se había inaugurado la Exposición Internacional de Barcelona, en tiempo de Primo de Rivera, y presidida por el rey Alfonso XIII.
Esta juventud, cuyos dirigentes eran Dencás y Badía, era la que iba a conseguir la creación de aquella República Catalana que proclamaría un año más tarde el presidente Companys.
En estas otras fotos se pueden ver algunos grupos de "escamots" en la tarde del 6 de octubre de 1934. Unos formados y dispuestos para entrar en acción,
y otros patrullando por la ciudad en actitud más bien poco marcial
Y la excusa para proclamar la independencia de Cataluña era que el gobierno se había opuesto a una Ley de Contratos de Cultivo que permitiría a los aparceros hacerse con la propiedad de las tierras-A éstos se les denominaba los "Rabassaires" porque sus contratos de trabajo duraban hasta que se producía la "rabassa morta", o sea, la muerte de dos tercios de las cepas, con la condición de entregar al propietario de la viña una parte de la cosecha. Una antigua costumbre catalana.
Companys, ciertamante, era partidario de las peticiones de los rabassaires a los que siempre había defendido, pero otra cosa distinta es que fuera separatista, Sin embargo, los miembros de Estat Catalá, que seguian las directrices del fallecido presidente Maciá y algunos más catalanistas recalcitrantes le forzaron a tomar una decisión que resultó errónea.
En primer lugar, creyeron que las tropas de Cataluña se les unirían; y el general Domingo Batet, que era un catalán de Reus, estuvo reunido con Companys en la Casa dels Canonges, que era la vivienda oficial del Presidente, durante la tarde del 5 de octubre. No sabemos si Batet intentó disuadirle del disparate que Companys iba a cometer. Lo cierto es que le dió a entender que seguiría las órdenes que le diera el gobierno.
El dia siguiente, cuando Companys terminó de radiar su soflama proclamando la República Catalana, lo primero que hizo fué telefonear a Batet para que se pusiera a sus órdenes, y éste le contestó que no podía obedecer una orden que se le daba por teléfono, y que si Companys había dispuesto de dias para llegar a esta determinación, al menos él no se veia capaz de tomar las suyas en pocas horas. ¿Creía el masón Companys que el tambien masón Batet sería aconsejado por las alturas de la masonería...? La verdad es que no lo sabemos. Lo cierto es que Batet debió ser un mason "de conveniencia" como muchos otros lo fueron en el ejército.
Ante esta actitud el presidente envió la orden por escrito al general, que llevó en mano un diputado del Parlamento catalán.
El caso es que a últimas horas de aquella tarde del 6 de octubre las tropas recibieron la orden de salir a la calle. El comandante Fernández Unzúe salió del cuartel del 1º de Montaña con dos secciones de 2 piezas mandadas por dos capitanes. Kühnel y La Guardia y entró en posicion en medio de la plaza de San Jaime, entre el Palacio de la Generalidad y el Ayuntamiento de Barcelona. Cuando las piezas con los mulos iban a entrar en la plaza, les dió el alto el capitán Escofet, de los Mozos de Escuadra; no le hicieron caso, y el comandante Unzúe fué interpelado por su antiguo compañero Perez Farrás, que era el que mandaba los mozos de escuadra, a los que dió orden de disparar a los artilleros del que había sido su antiguo Regimiento, seis de los cuales cayeron y uno gravemente herido.
Estos descargaron los mulos sin hacer caso de los disparos y rápidamente dispararon unas granadas sin espoleta para no causar demasiados daños. Esto fué suficiente para que a las pocas horas se resolviera la situación, rindiéndose los rebeldes a la fuerza atacante. Mientras tanto, una compañía de Infantería iba a hacer frente a los franco tiradores
También salió a la calle una compañía de ametralladoras del Regimiento de Infantería mandada por el laureado capitán Lizcano de la Rosa, y alguna que otra unidad con las que sostuvieron tiroteos con los francotiradores que les acosaban.
Los oficiales de la Guardia de Asalto, que dependian de la Generalidad, se presentaron en la Consejeria de Gobernación y devolvieron sus credenciales negándose a hacer fuego contra el ejército. La Guardia Civil también sacó algunas unidades a la calle.
A primeras horas de la mañana se entregaron los que permanecian en el Ayuntamiento y en el Palaco de la Generalidad, y los que estaban en la Consejería de Gobernación se escaparon por una alcantarilla a la que se accedía desde el eeificio de la Consejería. Entre ellos estaba Dencás, el jefe y organizador de los escamots de Estat Catalá.
También hubo enfrentamientos con la fuerza pública en varios lugares fuera de Barcelona, pero fueron siendo dominados.
Encima, llegó el dia 7 a la ciudad condal una bandera del Tercio, que, si la memoria no nos falla, era la tercera. Aquí podemos ver a los legionarios delante del Palacio de la Generalidad.
A título de curiosidad, el diario argentino Critica publicaba la siguiente información de lo que estaba ocurriendo en España, porque lo de Cataluña, como todos sabemos no fué más que una anécdota dentro de lo que ocurrió en aquel octubre de 1934.
Como es lógico, empezaron las detenciones por los mozos de escuadra que dispararon contra la tropa a las órdenes del Comandante Perez Farrás, a los que podemos ver en estas imágenes camino de la prisión.
Y también hubo muchos "escamots" detenidos a los que cogieron con las armas en la mano
La única resistencia seria que encontraron las tropas fué en el local del CADCI (Centro Autónomo de Dependientes del Comercio y de la Industria) situado en la Rambla de Santa Mónica, próximo a las Atarazanas, donde se encontraban unos treinta hombres armados con diez y siete fusiles, la mayoria de los cuales terminaron escapándose por los tejados de las casas próximas, quedando solamente dos que prefirieron morir combatiendo. Eran Jaume Compte y Manuel Gómez Alba.
A las 10 de la noche de aquel 6 de octubre, una compañía de soldados del Regimiento de Infantería número 34 se situó frente al local para leer el bando declarando el Estado de Guerra, y desde allí se hizo una descarga de fusilería que mató a un sargento, hirió a un oficial y a cinco soldados y un músico. Los soldados rompieron filas y devolvieron el tiroteo. De las Atarazanas salió un cañón que a las 11 de la noche hizo unos disparos contra el local del CADCI, y en aquel momento empezaron a desaparecer los escamots que desde allí habian disparado. Esta imagen indica los efectos del cañoneo en el local.
Entre la tropa y la Guardia Civil se fué recogiendo por las calles mucho armamento que había sido abandonado o cogido a los detenidos.
Pero quienes se anticiparon a esta recogida de armas fueron los de la FAI, que se habian mantenido al margen de la contienda, y aquel dia se apoderaron de abundante material, entre ellos una ametralladora, que fueron depositados secretamente en el cementerio viejo de Badalona. Estas armas volverian a salir a la calle el 19 de julio de 1936 en manos de los anarquistas para combatir a los sublevados.
Los principales dirigentes de la revuelta ingresaron en la cárcel, lo mismo que los militares que actuaron aquel día a las ordenes de la Generalidad. Estos fueron sometidos a consejo de Guerra y solamente dos fueron condenados a muerte, el Comandante Perez Farrás y el Capitán Escofet.
El Presidente Alcalá Zamora no quiso aceptar estas dos sentencias, que fueron conmutadas por cadena perpetua. Por cierto que Alcala Zamora dijo que el único que le había agradecido la conmutacion de la pena había sido Perez Farrás.
Enrique Pérez Farrás. Comte. Artilleria
Federico Escofet Alsina. Cap. Caballería
Así terminó en 1934 el mes de octubre en Cataluña. En el resto de España la cosa iba a ser peor.