martes, 23 de agosto de 2016

Miscelánea

Yo no lo quito


Este Asno lleva bastantes días sin escribir.Y han sido tantas las cosas que  han ocurrido en España, en lo que llevamos de mes, que la verdad es que se le han quitado las ganas de escribir. Por todo ello pedimos perdón a nuestros lectores. Y ya que hablamos de lectores, bueno es saber que, aparte de los lectores que El Alimoche tiene en España, desde la fecha que empezamos a recoger la estadística de lecturas, que han sido 112,000,  en los EEUU, se han recogido 15,998 y en Alemania, hasta el momento, son 32,081. O sea, que en Alemania tenemos el mayor número de lectores en el extranjero. A todos ellos muchas gracias por la atención que nos dispensan.

Huelga decir que parte de la culpa la tienen la Olimpiada de Rio de Janeiro en la que nuestros deportistas han hecho lo mejor que podían, que ha sido mucho, empezando por nuestra primera medalla de Oro. la nadadora de Badalona de apellidos Belmonte y García y nombre provenzal que nos recuerda el poema occitano de Fréderic Mistral, que lleva por título "Mireio" pero se pronuncia "Mireia". En francés seria "Mireille".



El caso es que cuando se celebró la Olimpiada en Barcelona, recordamos que el entonces Alcalde de Barcelona, Pascual Maragall hizo entrega de la Bandera Olímpica de Barcelona al Comandante del Buque Escuela de la Armada Española "Juan Sebastián Elcano" para que la exhibiera en misión de propaganda,. De lo que el buque se abstuvo, suponemos.

Pero en Cataluña suceden cosas muy curiosas. El profesor J.H. Elliott cuenta en su obra "La rebelión de los catalanes (1598-1640) una historia que movería a risa si no constituyera un triste ejemplo de como se tratan por estas latitudes muchas cuestiones, incluso las más serias.



En el mes de julio de l623 cayeron en manos de los moros argelinos dos galeras catalanas que la Diputación había hecho construir para la vigilancia de las costas y protección del trafico marítimo que aquellos años navegaba bajo el peligro de los ataques de los piratas berberiscos que infestaban las aguas del Mediterráneo.

La pérdida de las galeras, con ser grave, no dejaría de constituir un riesgo muchas veces inevitable, pero su aprehensión se había producido en unas circunstancias que movieron a escándalo, porque en vez de  dedicarse a la misión para la que habían sido construidas, estaban dedicándose al transporte de mercancías que en aquel momento pertenecían a la compañía privada de Cánoves y Morgades, y facturadas con destino a Sicilia. Al estar, no ya cargadas, sino sobrecargadas, las galeras no pudieron escapar a la persecución y cayeron intactas en manos de los piratas berberiscos. 

Por si fuera poco, en el seguro de aquella mercancía  habían intervenido algunos funcionarios de la Diputación, que esperaban obtener un beneficio sustancioso de la expedición. Lo cual señaló el Doctor Pujades  con indignación que le llevó a escribir: "Deu ho ha permés, puix alli tots hi son lladres..." y ese era un menguado consuelo para "la mes infame pérdua que mai se lleigexi de la nació catalana"                                                                                        



lunes, 8 de agosto de 2016

Hora de bellacos

Hora de bellacos.


Yo no lo quito


En nuestro último Alimoche hablábamos del sacerdote asesinado hace pocos días en una iglesia de la Normandía francesa y señalábamos que ha llegado un nuevo tiempo de mártires como aquel que pudimos contemplar en nuestra niñez con el advenimiento de la Segunda República española.


Pero al mismo tiempo que se está desatando un odio a la iglesia católica desde varios frentes, como era de esperar en España desde el advenimiento de la "Santa Transición", también es el momento de decir que este es tiempo de bellaquería; de una bellaquería que corre de boca en boca y de la que habría que decir, como nuestro escritor de otros tiempos; "con escándalo entre las damas, sorpresa en las justicias, hidalgos y caballeros, indignación entre los amigos y desvergüenza entre los rufianes, tahures y gente de sisa y latrocinio, pues de todo hay en la villa y viña de la corte del Rey nuestro señor". Algunas voces sensatas empiezan a echar de menos lo que empiezan a llamar "los valores".Y de ellos, quizás el principal es el sentido del honor.


El concepto del honor representa un plano intermedio en el que se encuentran los valores eternos y los temporales de una sociedad. Por frágiles y engañosas que puedan llegar a ser nuestras grandezas no por ello dejan de ser como un reflejo y sombra de la grandeza eterna. Y la idea española del honor comprende, a la vez, toda la plenitud y la fuerza de la grandeza humana. El último de los menesterosos puede alcanzar honores, y el más poderoso de los aristócratas puede perderlos con la rapidez de un rayo, y el honor se convierte en ignominia lo mismo que el oprobio de este mundo puede convertirse en gloria eterna,



Este concepto del honor fué el que inspiró al ejército español durante el siglo XVI y buena parte del XVII, cuando era el más poderoso del mundo. El sentimiento del honor de los soldados y de los oficiales era, en este ejército, un fundamento más importante que la disciplina. "Pon la honra, pon la vida, y pon las dos, honra y vida, por tu Dios" era un conocido proverbio militar. Cierto que había frecuentes motines, pero jamás actos de cobardía; y no por cuestiones de organización, sino por la idea de que era honroso servir al Rey de España. Y este ejército, que se componía de voluntarios y de gente procedente de levas, fué un verdadero ejército nacional, el primer ejército nacional de la Edad Moderna.

Este ejército que era considerado una escuela de honor en el que los tránsfugas y los parias podían ganar de nuevo la consideración social, pasó a constituir un ejemplo para el resto de las naciones. Era también puerto de refugio para todo género de aventureros. Y, precisamente, en ese azar de honores y derrotas se veía el valor educativo, confortador y  rehabilitador ante Dios y ante los hombres.

Han transcurridos cuatro siglos desde aquellos años en los que el soldado español decía aquello de

"España mi natura, Italia mi ventura, y Flandes mi sepultura"

Todo esto nos  lo provoca una conversación reciente con una señora anciana   que había oído decir a  madres  más jóvenes que ella, que estaban preocupadas por sus hijos y añoraban el pase de los mozos por el anterior servicio militar, de donde volvían hechos más hombres y más responsables.