Yo no lo quito
Se cuenta en crónicas muy antiguas que en España había tantos árboles que un mono podía trasladarse desde el Pirineo hasta Gibraltar saltando de árbol en árbol. Una afirmación que nos parece exagerada, pero que refleja una tal abundancia de árboles que nosotros no hemos conocido. Ni nosotros ni nuestros padres y abuelos. Por si fuera poco, leemos en la prensa noticias de incendios, espontáneos algunos y provocados otros, que nos hablan de hectáreas de bosque quemadas; y eso nos encoge en corazón.
Frente a estos desastres no cabe más que repoblar esos bosques y mantener limpios los que no se han quemado. Pero es que los carboneros ya han desaparecido. Nuestros hijos y nietos no saben lo que era ir a la carbonería a comprar carbón de encina, orujo o carbón de piedra para alimentar nuestras antiguas cocinas y nuestros braseros para la calefacción doméstica. Todo eso desapareció hace muchos años, y ya no tenemos que visitar a aquel hombre con la cara y las manos renegras de polvo de carbón, que nos llenaba la bolsa con esta fuente de energía.
En Barcelona, durante la guerra, la gente iba al Tibidabo y se llevaba a casa ramas cortadas de los pinos que había en la falda de este monte. Uno recuerda haber visto a gente que bajaba por la calle de Balmes arrastrando estas ramas. Y pronto desaparecieron muchos árboles de la falda del monte próxima a la ciudad. Luego no se ha repoblado, quizás porque a los alcaldes no les ha interesado, o por las razones que sean.
Otra de las cosas que han desaparecido, o al menos uno ha dejado de oir de ella es la existencia de una Fiesta del Arbol, que se aprovechaba para que los niños y también los mayores acudieran a repoblar parte de los bosques o plantar árboles donde no los había. La primera Fiesta del Arbol de que se tiene noticia tuvo lugar en 1902, y de ello da fé esta foto
Aunque la Fiesta del Arbol no tuvo carácter oficial hasta el año 1915, cuando por Real Decreto de Alfonso XIII, firmado por el Ministro de Gobernación, que era D. José Sánchez Guerra, declaró obligatoria su celebración. Tras la Guerra Civil se recuperó esta fiesta, e incluso en algunas calles de España se pueden ver rótulos como éste.
Uno, que vive ya un poco al margen de la vida nacional, no recuerda si esta fiesta sigue existiendo, o si en España se siguen repoblando los montes. La prensa sólo habla de los incendios que se producen cuando llega el verano, y esto le da la sensación de que van quedando cada vez menos árboles.
Y esta falta de árboles que tenemos que sufrir es tan grande que hasta los perros tienen que hacer colas como si estuvieran en lista de la Seguridad Social
¡Cosas veredes...!
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