La cosa esa maloliente que denominamos Tribunal Constitucional no es más que un remedo de aquello que se organizó durante la Segunda República española en junio de 1933 por así establecerlo el artículo 122 de la Constitución republicana. Su actividad fué tan intensa y beneficiosa, que duró tres años hasta que el Alzamiento Nacional de 1936 decidió tumbar al gobierno de izquierdas incapaz de hacer frente a los partídos políticos que se despepitaban para poder destripar a la República.
Su primer presidente fué el abogado radicalsocialista Alvaro de Albornoz, que había sido Ministro de Justicia durante el bienio progresista, y cuyos frutos como ministro fueron la disolución de los jesuitas, el divorcio, la supresión del presupuesto de Culto y Clero, la reglamentación de las Ordenes Religiosas, etc. etc.
Como Presidente del Tribunal de Garantias Constitucionales cesó el 27 de julio de 1936, cuando se largó a Francia para ser Embajador de la República en Paris. Un momento muy bien elegido, dadas las circunstancias. Luego llegó a ser Presidente de la República en el exilio mejicano, cargo que ocupó al frente de dos gobiernos consecutivos hasta el año 1951.
Tras la muerte de Franco, los recién llegados decidieron reconstruir este tribunal dándole en nombre de Tribunal Constitucional y nombraron a Manuel Garcia Pelayo su primer presidente bajo el gobierno de UCD, pero cuando el gobierno pasó a manos del PSOE, se le presentó al Tribunal un decreto ley que permitió la expropiación de las sociedades del grupo RUMASA S.A. "por razones de utilidad nacional y beneficio social" El tribunal, formado por doce magistrados, se dividió en partes iguales y él hizo uso de su voto de calidad para que el Tribunal aceptase la Constitucionalidad del decreto ley.
El grupo se Alianza Popular se opuso, y lo peor para él fué que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sentenció que la medida era anticonstitucional, y que el decreto estaba politizado Entonces Garcia Pelayo dimitió y se retiró a Venezuela donde falleció en 1991.
Como nosotros de juristas no tenemos nada, no somos nadie para discutir estas cuestiones. Pero nos basta saber qué es lo que ocurrió con la expropiación de Rumasa, uno de cuyos beneficiarios fué, casualmente, el famoso venezolano Cisneros, y la rebatiña que se organizó, y de la que el pueblo español no pudo sacar nada en claro, a pesar de aquella frase de Alfonso Guerra de que todo era "pal pueblo".
Pascual Sala
En estos momentos lo preside Pascual Sala, procedente de esa asociación titulada "Jueces para la Democracia" suponemos que para distinguirse del resto de los jueces que deben ser para la dictadura. Este presidente, que apoyó en sus malos días a Felipe González, es un fiel servidor del socialismo. O sea que nadie espere nada bueno de él.
¿Ocurriría lo mismo si gobernase en Partido Popular? Pues nos imaginamos que sí. Y es que la posesión de poder debe ser un placer de dioses.
Y esto nos trae a la memoria aquel comentario del Presidente Truman, que se retiró a su casa con la pensión de militar (era Capitan de Artillería) de 12.500 $ anuales. Y cuando le preguntaron qué es lo que le hubiera gustado ser cuando era joven, contestó:"Pues a mí, como me gusta mucho tocar el piano, me hubiera gustado mucho ser pianista de una casa de putas, o ser político. Y la verdad es que no veo mucha diferencia".
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