sábado, 7 de diciembre de 2013

Perplejo

Yo no lo quito

Ustedes perdonarán que este humilde Asno encabece esta página con la palabra "perplejo" que, segun el dicionario de la Real Academia, se aplica a la persona que siente confusión o asombro en una determinada situación, y no sabe qué pensar o decir.

Ante una situación tal, parece que lo más discreto sería callarse y no decir ni escribir nada, pero este Asno es tozudo como casi todos sus compañeros semovientes, Además, esta palabra le recuerda que dentro de cinco dias - el 12 de diciembre- se conmemora el 809 aniversario del fallecimiento en Fustat (El Cairo) de Moshe ben Maimon, a quien los judios consideran "el más grande Moisés después de Moisés", y a quien la ciudad de Córdoba, su patria natal, ha dedicado esta estatua



Este médico, filósofo y teólogo cordobés, a quien nosotros solemos llamar Maimónides, es autor de un excelente tratado al que denomina "Guia para perplejos", lo que parece indicar que en siglo XII también existian los perplejos. Por tanto, creemos que este Asno, sin que nadie pueda molestarse por ello, también tiene derecho a estar perplejo.

Así puede leerse en un diario que nadie puede tachar de "franquista" como es El Mundo del dia 4 de diciembre, un artículo en el que un profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura escribe lo siguiente:

"....Alguna voz autorizada, desde la investigación periodística, ha sugerido que aquello pareció más un golpe de Gobierno que un golpe de Estado. Curioso e interesante cambio de paradigma a la hora de interpretar el acontecimiento. Desde luego, la entrevista Armada-Tejero en el edificio acristalado del Congreso aquella noche tuvo como eje central la sustitución del gobierno monolítico de UCD con Calvo Sotelo a la cabeza, por un ejecutivo de concentración capaz de hacer frente a un barco institucional que parecía ir a la deriva. Y a pesar de que la democracia corrió serio  peligro durante aquellas dramáticas 17 horas, quizá la única institución contra la que no iban los tanques de Milans, la operación Armada y los disparos al aire de Tejero, era la Corona,"

Es indudable que el autor de estas lineas es otro perplejo. Pero a este Asno, lo mismo que a sus lectores, le consta que al general Armada, a estas alturas, todavía le siguen llamando "traidor a la Corona".

A este Asno también le dejó perplejo la indignación que llegaron a provocar unas declaraciones del general Alexander Haig en toda la prensa española cuando le preguntaron la misma noche del golpe qué es lo que pensaba y declaró que "aquello no pasaba de ser un asunto interno español". 


 Alexander Haig y Leopoldo Calvo Sotelo


Lo que nos hace pensar que aquellos periodistas que llamaban traidor a Armada, a Tejero, a Milans y demás encausados por los hechos del 23-F debían conocer que no se trataba solamente de un asunto "interno". Quizás sabían algo de lo que se estaba tramando desde hacía varios meses, a través del embajador de los EEUU, que en aquel tiempo era Terence Todman, pero se lo callaban como vulgares "tunantas".

 Perplejo se debíó quedar el teniente coronel Antonio Tejero cuando, en pleno Consejo de Guerra, llegó a declarar que le gustaría que alguien le explicase lo que era el 23-F. Y como resulta que Armada era el malo de la película, el traidor, el ambicioso, etc. etc., nuestra perplejidad aumenta cuando tenemos que calificar a quien desmontó el plan de Armada y no le permitió entrar en el salón de sesiones del Congreso. Y es que el general cometió la imprudencia de enseñarle a Tejero la lista de los futuros componentes de aquel gobierno de  concentración. Aquella lista que tardamos más de dos años en conocer.

Que, por supuesto, ninguno de ellos tenía la menor idea de que iba a ser ministro.

Porque, aunque el periodista Anson, que era uno de los que estaban en aquella lista como posible Ministro de Información, diga ahora que Armada se llevó a la tumba el 30% de la información que se ha negado al público, este 30% puede seguir desvelándose a partir del fallecimiento del general Armada para vergüenza de una clase periodística que se confabuló para ocultar la verdad de lo que realmente había sucedido. Ahora puede empezar una batalla entre el Periodismo y la Historia.


 

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