martes, 12 de mayo de 2015

Historias e historietas(2)


Yo no lo quito


Azaña nos explica las razones que la Unión Soviética tenía para no intervenir en la guerra de España de una forma muy directa.

"Admitamos que Alemania e Italia, empeñados en ganar la guerra de España, habrían hecho para conseguirlo todos los esfuerzos imaginables. La recíproca no era cierta. Las potencias opuestas al bloque italo-alemán en Europa, y por consiguiente en España, consideraban que en el juego europeo la carta española era de segundo orden. Por dar jaque a Italia y Alemania en España no solamente nadie arrostraría un conflicto grave, pero ni siquiera una tensión diplomática, ni un enfrentamiento de las "ententes"ni de las amistades oficiales. Esta situación alcanzaba también a la URSS. Cuando alguna persona, razonablemente, trataba de explicar los motivos de esa situación, probando que no podía esperarse otra cosa, y que la ayuda rusa no podía hacer prodigios, algunos fanáticos enfurecían como si los insultaran. Más que por fanatismo, por falta de instrucción. La República española, dirigida en sus comienzos por un gobierno de coalición republicano-socialista, tardó dos años en reconocer "de jure" a la URSS. Hecho el reconocimiento en 1933, no se nombró embajador ni se estableció ninguna relación política o diplomática. Se intentó redactar un protocolo que sirviese para prevenir las posibles actividades políticas de la URSS en España.Algún agente comercial ruso estuvo en España, examinando con el ministro de Hacienda las posibilidades de un convenio. Existía base para hacerlo por las dificultades de concertar la forma y las garantías de pago". 

En esta situación se produce la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936 y la sustitución en la presidencia de la República de Alcalá Zamora por Manuel Azaña. A partir de este momento se piensa en establecer relaciones normales,pero éstas son tan lentas, que el embajador de la URSS llega a Madrid a los dos meses de haber empezado la guerra civil española.Y es que Azaña considera que en Moscú estaban convencidos de que la República estaría salvada en poco tiempo. Al fin y al cabo, para eso estaban empezando a llegar la primera unidades internacionales movilizadas por la Komintern y por la sindical Kominform.

Llegaban voluntarios interncionales  venidos de Francia, de Italia, de Alemania, de Belgica, del Reino Unido y desde los EEUU. Estos últimos "prohibian" a sus ciudadanos entrar en la guerra de España, pero seguramente se frotaban las manos por poder quitarse de encima a aquellos molestos sindicalistas "longshoremen" (estibadores) de los puertos de San Francisco y de Nueva York contra los que se habian visto obligados a emplear las tropas del ejército. Muchos de estos estuvieron en el famoso Batallón Lincoln y en otras unidades internacionales.



Consecuencia de la llegada del embajador soviético a España debió ser el informe dirigido a Moscú sobre la marcha de as operaciones a lo largo de aquellos dos primeros meses de guerra, y eso dió lugar al envío de Militares rusos de distintas categorías para poner en orden el desbarajuste que existía entre las fuerzas con la que la República se oponía al alzamiento. No solo instructores para el manejo de materiales, sino incluso jefes de Estado Mayor más o menos competentes del ejercito soviético y pilotos de combate.

Uno de ellos fué el piloto Sergey Tarjov, Jefe de un grupo de cazas "chatos" que fué victima del desorden e indisciplina que campeaba en Madrid porque, defendiendo el cielo de Madrid, fué derribado. Y, al llegar al suelo con su paracaídas, una chusma de milicianos lo apaleó hasta matarlo porque estaban "seguros" de que era un piloto alemán.


Sergey Tarkov

En este aspecto, no está de más leer lo que opinaba el Presidente de la República, Manuel Azaña, que no hace más que ratificar cuanto hemos dicho de la desorganización del incipiente Ejército Popular con el que se pretendía frenar la marcha de las tropas sublevadas hacia Madrid. Estos años en los que nuestra industria cinematográfica está tan empeñada en cantar las glorias de loa heroicos combatientes populares, se podría perder un poco de tiempo leyendo lo que Azaña pensaba de la actividad de estas tropas. Escribía el Presidente de la República:

"El gobierno republicano dio armas al pueblo para defender los accesos a la capital. Se repartieron algunos miles de fusiles. Pero en Madrid mismo y, sobre todo en Barcelona, Valencia y otros puntos las masas asaltaron los cuarteles y se llevaron las armas. En Barcelona ocuparon todos los establecimientos militares. El material, ya escaso, desapareció. Quemaron los registros de movilización, quemaron las monturas. En Valencia los caballos de un Regimiento de Caballería fueron vendidos a los gitanos a razón de cinco o diez pesetas cada caballo. Al comienzo de una guerra, que se anunciaba terrible, las masas alucinadas destruian los últimos restos de la máquina militar, que iba a hacer tanta falta. Estos hechos, y otros no menos deplorables, procedian de las siguientes causas: pocas personas median la importancia del alzamiento y la gravedad de la situación. Muchos la recibian como una coyuntura favorable. Aun no se había convertido en una guerra campal y creyendo ciegamente en su inmediato término, pensaban que debía aprovecharse para liquidar de una vez todas las cuestiones políticas pendientes en España desde muchos años atrás, entre ellas la cuestión del ejército. Hacian esta cuenta;puesto que los militares se ha sublevado, no más ejército en España, no más organización militar. El espíritu revolucionario de ciertos grupos sociales, ant el Estado impotente, creyó llegada su hora, y aunque no se apoderó de mando, a fuerza de indisciplina lo paralizó".



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