Josep Dencás i Puigdollers es un personaje poco conocido por estas latitudes. Incluso la primera vez que mencionamos a este individuo ha sido en nuestro último número al referirnos a la Presidencia de Luis Companys en Cataluña. Y, sin embargo, lo consideramos como el principal responsable de la rebelión de Octubre de 1934, aunque al referirse a ella todos apuntan a Companys.
Este individuo nació en Vic en 1902. Había estudiado Medicina y vivía en Barcelona ejerciendo en el barrio de San Andrés de Palomar. Desde muy joven se había dedicado a la política y el año 1934 había sido nombrado Consejero de Gobernación bajo la presidencia de Companys. Se inscribió en la Masonería el año 1928, para hacer oposición a Primo de Rivera, aunque terminó siendo repudiado por sus compañeros de logia en 1936 por su falta de "discreción", indispensable a la francmasonería, a la que también pertenecía Companys.
Pertenecía a Estat Catalá que, en aquellos momentos era el ala más radical de la Esquerra, frente a los más moderados de Companys. Como tal Consejero de Gobernación disponía de los escamots de Juventudes de Esquerra Republicana de Cataluña, aunque el jefe "efectivo" era Miquel Badía i Capell, apodado "el Capitá Collons", del que más tarde hablaremos, un hombre muy echado para adelante y que frecuentemente se oponía a los anarquistas de la CNT-FAI, que eran las "bestias negras" del nacionalismo catalán.
Dispuesto a organizar aquello en lo que había fracasado Maciá con la aventura de Prats de Molló (ocurrida ocho años antes), y empujado por Badía, una de las primeras cosas que hizo fué desarmar al somatén de Barcelona y de los pueblos desparramados por Cataluña. El de Barcelona se desarmó facilmente, y el de los distintos pueblos fue, lógicamente, más lento, hasta el punto de que el 6 de octubre todavía no se había conseguido el desarme total.
El 5 de octubre se habían recogido 1200 Winchesters, 800 Remingtons, 400 Mausers y 15000 pistolas. Pero la mayoría de somatenistas solamente disponían de la clásica cajita de munición con 25 cartuchos para un momento en que fuera necesario utilizar las armas. O sea, que había armas pero muy poca munición. Esto lo había pretendido resolver anteriormente Dencás proponiendo la compra de 20.000 fusiles para sus fuerzas de Orden Público y sus escamots, que le ofrecía una casa suiza, pero Companys se lo negó. En cambio, éste solicitó al Gobierno central más armamento, a lo que se opusieron los Ministros de la Guerra y de Gobernación.
Esta foto corresponde a un grupo de escamots formados en la Rambla, frente al Palacio de la Virreina el 6 de octubre de 1934
Companys se resistía tenazmente a dar el grito de insumisión porque comprendía que era un disparate embarcarse en tal aventura, pero se había pasado la vida sembrando vientos y se tendría que ver envuelto por una cosecha de tempestades. Estat Catalá era un pequeño grupo de exaltados, pero desde que Dencás se hizo cargo de la Consejería de Gobernación para organizar su Policía, su número había aumentado, había seleccionado el personal y había dado auge y carácter militar a las juventudes de Esquerra Republicana. Estat Catalá se convirtió en el grupo más importante del Partido y las presiones de Dencás, Badía, Gassol y Ayguadé y, sobre todo, las órdenes de la masonería, pudieron con la voluntad de Companys, que estaba apoyado, aunque débilmente por Marti Esteve y Mestres.
Albornoz había dimitido de la Presidencia del Tribunal de Garantias constitucionales. Azaña veía con pesimismo aquel alarde de ejército de escamots al mando del "general Badía, y Alianza Obrera había dictado la huelga general a las seis de la tarde de aquel dia. Por eso, reunidos a las siete y media de la tarde en el Salón de Sesiones de la Genaralidad unas veinticinco personas, diputados del Parlamento catalán, Companys salió al balcón a leer su famosa proclama.
A partir de aquel momento todo fueron aplausos, abrazos, lágrimas y hasta besos de entusiasmo, y mientras estaba dando la mano al doctor Soler i Pla, Companys pronunció una frase histórica: "Ara no direu que no soc catalanista" (Ahora no direis que no soy catalanista).
Habia empezado la tragicomedia de aquel 6 de octubre de 1934
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