El Tratado de Versalles había dejado a Alemania prácticamente indefensa o. al menos, incapacitada para una acción militar futura. Los artículos del Tratado obligaban a los militares alemanes :
-A no disponer de un ejército de más de 100.000 hombres (la Reichswehr) con 96.000 soldados y 4.000 oficiales.
-A que sus cañones no superasen el calibre de 105 mm.
-A no poder disponer de carros de combate.
-A no reconstruir su arma aérea.
-A no poder disponer de submarinos.
-A no superar los 16.000 hombres en la Marina.
-A limitar el tonelaje y el número de sus buques de guerra.
Pero ya en diciembre 1918 un grupo de oficiales del Estado Mayor, pensando en el futuro de su pais, decidió hacer caso omiso del Tratado. La voz cantante la llevaba Hans von Seeckt que poco más tarde iba a ser el Jefe Supremo del Ejército de la República de Weimar. La idea de von Seeckt era reconstruir el Ejército hasta un nivel que le permitiera imponerse a un posible enemigo o, al menos. llegar a ser un deseable aliado de otros.
Alemania habia perdido su Ejército, tenía que pagar fuertes reparaciones por los daños de la guerra, perdía parte de su territorio en Europa, y perdía todas sus colonias. Hoy dia aterra ver la vergonzosa ferocidad con que Francia quiso eliminar del mapa a la derrotada Alemania. Y en esto, curiosamente,todos los historiadores están de acuerdo. Por eso, la reacción del pueblo alemán fué unánime.
El Ejército se desentendió de la responsabilidad de aquel Tratado y empezó a trabajar en la sombra. Para organizar aquel Ejército de 100.000 hombres se reclamó la presencia de 20.000 oficiales seleccionandose 4.000, todos de carrera, procedente del viejo ejército prusiano y con una elevada proporción de diplomados de Estado Mayor. En la foto podemos ver a von Seeckt con el Jefe del Partido Demócrata Alemán (DDP) Otto Gessler durante unas maniobras.
Al mismo tiempo, aun respetando las limitaciones de personal que imponía el Tratado se creó un Ejército macrocéfalo sobredimensinado a nivel de cuadros, lo que permitiría cubrir las necesidades del mando en caso de movilizaciones o de un sobrediensionado de efectivos de la Reichswehr. De este modo, la obligación de reducir el volumen de su ejército permitió a Alemania disponer de una fuerza redeucida, pero que constituía una verdadera élite. Incluso el nivel físico e intelectual de los soldados no tenía comparación con los de recluta ordinaria.
El Jefe de la Reichswehr, von Seeckt, consideraba que sería absurdo ponerse a fabricar de inmediato, aunque fuera de forma subrepticia, unas armas que al cabo de los años quedarian anticuadas, y lo que hizo fué establecer equipos de ingenieros y militares que estudiasen la fabricación de armas para el futuro. Pero para saber si estos proyectos iban a ser útiles, por lo menos era preciso fabricar prototipos y experimentarlos; para ello disponía de un apoyo valiosísimo, que era la casa Krupp, que también disponía de apoyos comerciales en toda Europa, y los prototipos se fabricaban en naciones amigas, sobre todo en Suecia, que estaba muy próxima y disponía de la fábrica Bofors. En Holanda tenía posibilidades de realizar proyectos de ametralladoras en La Haya, y buques en Rotterdam (incluyendo submarinos). También en España tenía a Bilbao y Cádiz; pero la gran jugada se logró con el apoyo de la Unión Soviética tras el Tratado de Rapallo, que se firmó el 14 de abril de 1922. Alemania se comprometía a ayudar a Rusia con apoyo técnico, y los rusos ayudarian a Alemania en el aspecto militar.
La Unión Soviética se convirtió en el mejor aliado de Alemania, no sólo para la fabricación de armas pesadas, sino como campo de experimentación y maniobras para el ejército alemán. Y así fué como la fábrica Junkers alemana pudo construir una fábrica de aviones a pocos kilómetros de Moscú; de municiones y gases en Tula y Leningrado; realizar maniobras con carros de combate en Kazán, a orillas del Volga, o entrenar a los pilotos de la Luftwaffe en a escuela de Lipetzk.
Más de un se sorprenderá al saber que el Jefe de la Legión Cóndor, Wolfram von Richtofen, en 1925 estaba realizando sus prácticas en la Unión Soviética, en la escuela de Lipetzk. O que el más tarde General von Kleist realizaba maniobras de carros de combate en Kazán.
Hitler todavía tendría que esperar ocho años para hacerse con el poder en Alemania, y el verdadero creador del rearme alemán fué, por tanto el General Hans von Seeckt. Que, por cierto, tuvo que dejar el cargo de Jefe de la Reichswehr porque quiso complacer a la Kronprinzesin Cecilia dando un cargo en el Ejército de la República de Weimar a un hijo del Kronprinz.
Más tarde apareció como asesor militar del ejército chino, como años antes el general von der Goltz lo había sido del turco. y cuando cumplió los 70 años, en 1931, el Ejército alemán le premió dando su nombre al 67 Regimiento de Infantería, de cuyo acto da fe esta fotografía en la que aparece con el general von Blomberg.
En el año 1933, el "cabo de Bohemia" se convirtió en el dueño de Alemania, y a partir de aquel momento empezaron a romperse las relaciones con la Unión Soviética, pero el trabajo de reonstruir el Ejército Alemán llevaba 15 años realizándose. A partir de la firma del Tratado de Versalles. Pero si se me apremia, yo diría que, incluso, antes de que el Tratado se firmara.
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