El atentado se realizó a las 8,20 de la mañana e un hotel lleno de familias militares, entre ellas la de Franco, porque uno de sus hijos recibía aquel dia de fin de curso el despacho de Alférez de Infantería. O sea, que en la redacción del periódico ya "se sabía" que aquello no era un atentado, y que había que descartar esa posibilidad.
O sea, que no interesaba que se hablara de este tema, y " el accidente" , que se atribuyó al incendio de una sartén donde se estaban friendo churros en la cafetería del Hotel, en cuya sartén habia veinte litros de aceite que se incendiaron. Con tan mala suerte que este fuego se trasladó a las habitaciones donde mucha gente se intoxicó muriéndose por aspiración de Monóxido de Carbono, que suele ser muy frecuente en los incendios, donde lo de menos es el fuego y lo peor es el humo. Lo que no podemos conocer es cómo los humos de la cocina pudieron llegar a las habitaciones donde la gente descansaba. Por lo menos no conocemos un sistema de acondicionamiento de aire y ventilación que conecte la cocina de un hotel con las habitaciones.
La sospecha del atentado estaba en la mente de cualquier persona con dos dedos de frente, pero todo quedaba envuelto en un misterio. Entre las preguntas que no pudieron recibir respuesta estaba el por qué no se había dado credibilidad a la reivindicación etarra que se recibió en El Heraldo de Aragón, y en Radio Bayona.
En aquellos momentos era Gobernador Civil de Zaragoza el Ucedero Francisco Laina que, nada más producirse aquel desastre, se reunió con los periodistas para decirles que había que desechar la idea del atentado. Los muertos se iban amontonando, y a eso de las 12 de la mañana, Francisco Laina llamó a los medios para que entraran en un cuarto, y allí le dijo que había que desechar la idea del atentado porque se debía a un incendio en la máquina de churros de la cafetería Formigal. Y que se había propagado el fuego por el tubo de escape a todo el hotel. Que desecharan la idea de atentado porque se sembraría la alarma, y eso había que evitarlo por todos los medios.
El problema era saber si Laina estaba cumpliendo órdenes del Gobierno. ¿Por qué tanto interés en descartar la hipótesis del atentado? Si la opinión pública hubiera dado por buena la teoria del atentado podría haberse producido un golpe de Estado del Ejército. Esta era su forma de razonar.
Encima, hubo dos videos grabados por aficionados en los que aparecen dos fuegos simultáneos, uno en los bajos del edificio y otro en la azotea. Es decir, que se habian producido dos fuegos fortuitos a la vez, uno en los bajos y otro en la azotea del Hotel. Casualidades
Otra casualidad es que pocos meses después de haberse inventado la tesis de la "churrita", ya en 1980, Francisco Laina , abulense, como Suárez, es nombrado Director de la Seguridad del Estado y tiene que intervenir en el sainetesco asunto del 23 -F. Y miente, por supuesto, ¡no faltaría más!, lo mismo que su Jefe. El llega a decir que: "vió llorar al Rey la noche del 23-F". Lo cual puede ser verdad o mentira, pero en cualquier caso decirlo públicamente es una gilipollez. ¡Menuda tropa hemos tenido que sufrir!
Pero lo gordo viene ahora
En aquel hotel estaban los padres de Juan Ramón Vigón. Eran el General de Artillería, D. Juan Vigón Sánchez, muy querido por mí, y su esposa. Ella murió en el atentado y su hijo ha conseguido con la ayuda del letrado Sr. Cerracin, que se concediera a esta señora la Gran Cruz de la Real Orden del Reconocimiento Civil a las víctimas del terrorismo.También murió alli el Capitan y jinete Olimpico Sr. Queipo de Llano, a quien se le reconoció haber fallecido en acto de servicio. Y el Tribunal Supremo dictaminó que aquel atentado lo habian causado tres personas muy bien adiestradas, como rezaba el informe pericial de la policía.
Esta condecoración hay que solicitarla y, de momento, la Presidencia del Gobierno ha concedido treinta Grandes Cruces y una encomienda a una persona herida.
Esperemos que la revista EPOCA en los próximos números cuando tenga que hablar de este asunto del terrorismo de ETS se documente mejor.
Mientras tanto, a nosotros nos queda el consuelo de gritar a estospolíticos de chichinabo aquella frase de Juan Bravo, el Comunero. "¡Mientes tú, y quien te lo mandó decir"!
No hay comentarios:
Publicar un comentario