Esta mañana de 3 de enero de 2010 aparece en todos los kioskos de periódicos esta portada de PUBLICO que ofrecemos a quien quiera hacer los comentarios que merece
No sabemos el efecto que este tipo de panfletos pueda producir en la sociedad española porque la verdad es que vemos por la calle muy poca gente leyendo esta basura. Sin embargo ahí está en los kioskos para que lo puedan ver los transeuntes.
En este pudridero se acusa a Rouco ( o sea, a la Iglesia española) de preocuparle más los abortos que el paro; pero resulta que los abortos son un problema de los que se llaman católicos, aunque no se sientan capaces de serlo integramente. Y eso es problema de la Iglesia y de Monseñor Rouco. Que se sepa, la Iglesia española no dispone de medios para multar o encarcelar a las mujeres que abortan. Sencillamente, les informa y les exhorta a no abortar porque la Iglesia Católica Universal rechaza el asesinato de seres indefensos, como son los "nascituri".
El paro, en cambio, no es problema que pueda afectar a la Iglesia porque no tiene ni Presidentes del Gobierno, ni ministros del Trabajo, ni Ministros de Justicia, y es ajeno a todas las canalladas que ha estado haciendo la clase política al ejercer "la más noble de las profesiones", como se ha venido cacareando desde hace muchos años.
El hecho de que el problema del paro le sea totalmente ajeno no impide a la Iglesia establecer comedores para atender a familias afectadas por el paro, a través de instituciones como CARITAS, en unos términos a los que curiosamente, la prensa concede poca importancia. La Iglesia ejerce la Caridad, que es una forma de amar al prójimo. Y por ello no le pide al carnet del Partido a nadie de los que se le acercan para consumir su ración gratuita del alimento que necesitan. Y a ello contribuimos muchos católicos que no ejercemos "la más noble de todas las profesiones". Unos con su dinero a través de las parroquias y con su ropa y alimentos, y otros con su esfuerzo personal, especialmente los jóvenes, porque los viejos estamos más para que nos cuiden que para cuidar a otros.
Pero ello no impide a ese batracio millonario, que es propietario del panfleto, vomitar su odio a la Iglesia, representada en este caso por el Cardenal Rouco. Razón tenía aquel comunista convertido al catolicismo que se llamaba Giovanni Papini, cuando decía que las monedas son los excrementos del diablo. Y en este sentido hay que reconocer que el llamado por mal nombre Roures está bien excrementado.
Pero no crean que Roures es el único batracio que tenemos que soportar.
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