sábado, 16 de julio de 2016

Aniversario

Yo no lo quito


Aprovechando la circunstancia de ser el 80º aniversario del inicio de la guerra civil española, hemos tenido la curiosidad de echar un vistazo a unos libros escritos, precisamente, por los perdedores de aquella contienda que tanta sangre costó a España. Uno de ellos (el que más nos interesaba porque era el desconocido por nosotros) titulado "Causas de la guerra de España" escrito por uno de los dos presidentes de la Segunda República española en su exilio en Francia, Manuel Azaña Diaz, libro dividido en once capítulos desde Collonges-sous-Saléve, tras haber presentado su dimisión al Presidente de las Cortes de la República, que era Diego Martinez Barrio.



El libro lo inicié con cierto rechazo porque estaba prologado en 1986 por el "hispanista" Gabriel Jackson, de quien en alguna ocasión hemos tratado porque en una Historia que mi hija había tenido que estudiar en la Universidad de Barcelona, decía que el Alcázar de Toledo en su defensa "había sufrido desperfectos". Lo que tampoco dejaba de ser verdad como puede verse en esta fotografía hecha desde el bando republicano.

Desperfectos en el Alcázar de Toledo

El prólogo se deshace en elogios sobre la sólida cultura y  conocimiento de la Historia de España de Manuel Azaña, al que compara con Cánovas del Castillo. Y en esto no podemos discrepar, pero todo ello no era suficiente para gobernar un país con tantos problemas como había tenido España en los siglos XIX  e inicios del XX. A cambio de ello podría recordar unas palabras del propio Azaña en donde reconocía al menos uno de sus principales defectos: la soberbia.



Pero Martinez Barrio ya había presentado su dimisión. y como el presidente del Gobierno era Juan  Negrín, este se quedó como Presidente de la República sin haber sido elegido legalmente; aunque en aquellos momentos la legalidad era un estorbo con escasa  trascendencia. Y en esta situación decretó varios ascensos militares, entre ellos a los generales Rojo y Miaja, a los que nombró Tenientes Generales, que era una jerarquía que había desaparecido del Ejército a poco de proclamarse la República.

Lo que no nos gusta de ese libro es el título, que muy bien tendría que haber sido " Las causas de haber perdido la Guerra Civil", porque en sus capítulos nos da la visión de lo que tuvo que ser aquel desbarajuste político-militar, que sólo tuvo la oportunidad de hacerse con un ejército de verdad cuando la guerra ya estaba perdida, cuando Azaña pronunciaba el 18 julio de 1938 aquel discurso de "Paz, Piedad y Perdón" porque ya todo se veía perdido, y se estaban acumulando tropas republicanas en la orilla izquierda del Ebro para comenzar la inútil y sangrienta Batalla del Ebro.

Mientras Azaña escribía desde Collonges-sous-Saléve los once capítulos de este libro, Julian Zugazagoitia escribía en Paris otro libro sobre la Guerra de España. Un libro que se editó en Buenos Aires y en el que nos cuenta la escena que tuvo lugar tras la derrota de Teruel a principios de 1938.  Teruel había sido ocupado por el ejército republicano a fines de diciembre de 1937 en una batalla que ha sido muy jaleada por los izquierdistas españoles como una operación de orden estratégico contra Franco, que estaba acumulando tropas  para entrar en Madrid una vez desaparecido el frente Norte. Era la plaza de Teruel la única capital de provincia ganada a los nacionales a lo largo de la guerra.Y aquella acción tuvo hasta una película, siendo visitada Teruel por muchas autoridades del gobierno, entre ellos La Pasionaria, que aparece en esta foto




Pero Teruel estuvo poco más de un mes en manos de la República porque en Febrero de 1938 ya lo habían recuperado la tropas de Franco. No sólo eso, sino que siguieron atacando hacia el mediterráneo hasta separar la región valenciana de Cataluña. La famosa acción estratégica fracasó tristemente para el general Vicente Rojo. Y Zugazagoitia nos cuenta lo que ocurrió a continuación:


"El pensamiento íntimo del Jefe del Estado Mayor Central me es conocido por Prieto, quien me ha confiado la noticia de que Rojo y el coronel Hidalgo de Cisneros se han presentado ante él proponiéndole, como solución posible para el drama, entregarse personalmente a los rebeldes. Respuesta de Prieto: si consideran que esa resolución de ustedes puede ahorrar dolor a los soldados, cosa que personalmente no creo, y se disponen a ponerla por obra, cuenten ustedes conmigo."
(Capitulo XXXIX, página 371).


     Por cierto que esta "brillante" operación estratégica mereció una recompensa. El Jefe del EM Central, Vicente Rojo Lluch, fué recompensado con la Placa Laureada de Madrid, que era la que sustituía a la Cruz Laureada de San Fernando. Se suprimía la Cruz  y se convertía en la krasnaya schviezda (estrella roja) de la Unión Soviética. y se envíaba a San Fernando a otras partes, pero se conservaba el laurel que, como decía la reina Isabelona:"La gloria para los niños y el laurel para la pepitoria".

                                                                              
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           Y pido perdón a mis lectores si les he aburrido.        


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