miércoles, 20 de julio de 2011

Una de hispanistas


Yo no lo quito


Hace unos cuantos años, cuando uno no era tan viejo como ahora, la progresía española se encontró un libro sobre la guerra civil española que había sido editado en 1961 por "Ruedo Ibérico". Su autor era un joven historiador nacidoen Windsor (Reino Unido) en 1931 que se llamaba Hugh Thomas, y en España no se pudo editar hasta el año 1976 por la editorial Grijalbo, que compró sus derechos a Ruedo Ibérico. Sin embargo, en España se podía comprar a escondidas, y la progresía lo esgrimía con bastante frecuencia en sus conversaciones y sus discusiones cuando se hablaba de aquella guerra que muchos de aquellos jóvenes ni siquiera habían vivido.



Y Hugh Thomas era, por entonces, el referente más utilizado, como decimos, por aquella gente. Pero el libro contenía bastantes errores que con el tiempo el historiador. honestamente, fué corrigiendo en sucesivas ediciones. Hoy no se habla de aquel libro salvo en determinados círculos a los que es ajena la mayoría. de los ciudadanos españoles. Y es que a medida que el escritor iba corrigiendo muchas cosas del libro, también corrigió su trayectoria personal porque quien primero había sido laborista y colaborador del Primer Ministro Harold Wilson se pasó en 1975 al Partido Conservador, llegando a ser asesor para asuntos hispánicos de Margaret Thatcher, que consiguió para él el título de barón de Swinnerton y un asiento en la Cámara de los Lores. El Gobierno español le concedió en 1986 la Cruz de Isabel la Católica. En todo caso, razones más que suficientes para que en estos momentos haya dejado de interesar a los progres celtibéricos.


Pronto entró en escena otro "hispanista" que fué Ian Gibson, un irlandés que llegó, incluso, a nacionalizarse español en 1989. Pero el pobre Gibson, obsesionado por el caso de  FedericoGarcía Lorca, pinchó en hueso, y ahora se habla menos de él.




Lo que ahora "se lleva" es Paul Preston. Este historiador nació en  Liverpool en 1946, y entre otras cosas fué profesor en la London School of Economics, que es esa escuela del socialismo fabiano al que se han apuntado muchos políticos socialistas que ahora son millonarios. Quizás por eso es lo que en estos momentos está de moda. Tanto, que al cumplirse los 75 años de lo que se considera el comienzo de la guerra civil española (todo lo que ocurríó durante la  Segunda República, con sus muertos y sus asesinatos, sus incendios de iglesias y conventos, su asesinato de sacerdotes y civiles,  su destrucción de obras de arte, y su conato de revolución del año 1934, todo eso no era guerra) la TV española no tuvo otra cosa que hacer que utilizar la obra de Preston para adoctrinar a los españoles sobre la maldad del bando franquista.

Preston no deja de confesar que no entiende la revolución española. Comprendemos que no entienda, por ejemplo, que un general republicano que intervino en un complot contra la Monarquía y que tuvo que refugiarse en Portugal para regresar a España en cuanto se proclamó la República y ocupar la Capitanía de Madrid, y que se llamaba Gonzalo Queipo de Llano, fuera uno de los que con más brios se alzaron en 1936 contra el gobierno del Frente Popular.

Quizás tampoco comprende por qué motivo un general masón y republicano, que conspiró contra Primo de Rivera, que ocupó la Capitanía de Cataluña al proclamarse Maciá en abril de 1931 Presidente de la Generalidad; que intervino luego en Asturias en 1934 para sofocar la revolución por orden del Gobierno republicano, fuera asesinado en el Hospital de Carabanchel en julio de 1936 y su cabeza paseada como un trofeo en lo alto de un palo. Se llamaba Eduardo López Ochoa y Portuondo.

Para Preston, los asesinos (o sea, los franquistas) fueron más asesinos que los "republicanos". y no registraban sus crímenes, Pese a ello, los investigadores han acreditado 130.000 víctimas republicanas  y en la zona republicana no pasaron de 50.000, y ello porque en la zona republicana quedó colapsada toda la estructura de orden público.


En cambio, en la zona rebelde los muertos son deliberados, dirigidos por las autoridades y, además, alentados por la Iglesia. Eran asesinatos de intencionalidad plena .

Mientras tanto, Pablito Preston se está forrando de jamón de pata negra a cuenta de la España republicana. Que aproveche.




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