Con la venia, voy a contar una anécdota que tuve ocasión de vivir hace cosa de cuarenta años. En aquella ocasión tuve que ir a la isla de Tenerife para hacer entrega de unos instrumentos de precisión para analizar los espectros de las estrellas al Observatorio del Teide.
Me recibió un sacerdote jesuita que había nacido en Igualada. No digo su nombre, pero es posible que alguien lo reconozca por los datos que ofrezco. Además, ignoro si todavía vive, y me alegraré mucho si es así y el Señor le haya concedido una vejez tranquila. Aquel sacerdote era profesor de Mecánica de la Universidad de La Laguna y astrónomo del Observatorio del Teide. Con el paso de los años pude enterarme de que lo habian destinado al Observatorio de Castelgandolfo, que ahora dirige un sacerdote más joven.
Siendo él un sacerdote catalán y quien esto escribe un miserable pecador catalán, inevitablemente la conversación terminó comentando la triste situación del seminario de Barcelona, que estaba poco menos que para el desguace. Y, como he dicho, ésto ocurría hace cuarenta años.
Después de oir mi explicación, aquel sacerdote me dijo:"Esto no es más que una muestra de la providencia divina. Porque con los profesores de teología que tiene ese Seminario, lo mejor que puede ocurrir es que no tenga alumnos".
Y esto es lo que ocurre. Y conozco a varios jóvenes que, siendo de Barcelona, se han dirigido a otros seminarios para estudiar su carrera.
Pues bien, para conocimiento y satisfacción de todos los católicos de verdad, la Divina Providencia sigue alerta.
O sea, LAUS DEO.
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