viernes, 24 de octubre de 2014

Mariscadas

Yo no lo quito


Los que llevamos bastantes años peinando canas recordamos una de las mejores revistas semanales que alegraban nuestra juventud, y que se titulaba "La Codorniz". Esta revista surgió, terminada la guerra, para sustituir a otra titulada "La Ametralladora" que en aquellos trágicos años circulaba por las trincheras de "los malos" para despertar la sonrisa de los soldados.



La revista se vendía a 25 céntimos a los no combatientes y se regalaba a los que estaban en el frente. Pero al terminar la guerra este revista fué sustituida por "La Codorniz", y en ellas  escribieron y dibujaron los mejores humoristas de aquella época, que algunas veces se "pasaban de rosca" provocando la indignación de aquella censura que no dudaba en  multar a quienes se saltaban las normas del momento. Aquella revista dejó de salir en el año 1978.

Uno no puede olvidar aquella lección de "filosofía" en la que un profesor se hacía la siguiente pregunta: "¿Puede el libelo flagelar la estirpe?", y contestaba que: "El libelo es de pequeño formato y escasa linotipia, pero frase que hiende; luego el libelo puede flagelar la estirpe".

Y lo que nos trae a la memoria esta anécdota es la lectura  del diario de hoy en el que se puede leer la siguiente noticia


La proliferación de noticias como ésta hace que nosotros nos hagamos la siguiente pregunta. "¿Puede el marisco acabar con el sistema político que, felizmente, nos dimos aquel diciembre de 1978 en el que la mayoría de españoles aplaudieron hasta con las orejas?"


Un somero análisis de la historia del marisco nos demuestra que los más grandes pensadores de la izquierda eran grandes consumidores de este producto. Por ejemplo, en esta imagen se puede ver a Marx y a Engels disfrutando de una generosa ración de marisco, que seguramente pagaría Engels que era el "rico" de la pareja. Adicción que rápidamente ha sido asumida por la izquierda española, con la diferencia de que esta consumición pudieron hacerla en Londres pagando religiosamente el importe de la mariscada.

Pero Londres no es España, y aquí no es preciso pagar las facturas porque el dinero público que, como sabemos no es de nadie, es el que se encarga de sufragar estos dispendios, cuya contemplación alegra la vista


Y si las izquierdas pueden justificar por amor a la teorias de Marx y Engels la atracción que padecen hacia las mariscadas, no ocurre lo mismo con la derecha, o "centro derecha", que no pueden aducir este sentimiento fraternal por Karl Marx. Y así ocurren cosas como la que nos ha dado pié para escribir estas lineas, y es que una viceconsejera del gobierno de Camps cargaba marisco "a domicilio"

Líbrenos Dios de decir que consumir marisco sea pecado. Si alguien quiere darse este gusto y lo paga, allá él, que hay gustos para todo, pero lo que nos parece ya un pitorreo es que se haga propaganda de estos productos mediante anuncios como éste


en el que se aprovecha la Semana Santa, que es semana de oración y penitencia, para invitar a quienes celebran esta semana, a "flagelarse" con una ración de langostinos.

Por eso creemos firmemente que este sistema que está ya en fase agónica, está pereciendo a golpe de mariscada. Ya ni se oye cantar aquello de "a las barricadas".





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