jueves, 18 de junio de 2015

La pobre Carmena

Yo no lo quito


Uno de los problemas que se va a plantear a nuestros nietos en el caso de que se dediquen a escribir sobre la Historia de este país que antes se llamaba España, va a ser el de explicar a sus lectores, a qué puede ser debido que en estos momentos sea la alcaldesa de Madrid una ancianita de 72 años que jamás se ha dedicado a otra tarea que la de ser cofundadora de una organización denominada "Jueces para la Democracia" y pasarse la vida interpretando las leyes y redactando sentencias, pero que ha sido necesario que llegara el día de hoy para que la gente empezara a conocer su nombre y su experiencia, si la hubiera, en el desempeño de cargos relacionados con la resolución de problemas municipales.

Un detalle curioso de esta juez que fué nombrada vocal del Consejo Nacional del Poder Judicial, seguramente apoyada por haber sido cofundadora de Jueces para la democracia, es el tema de su original matrimonio con el arquitecto Eduardo Leira del que nos da fe esta imagen


Matrimonio que no era canónico aunque se hubiera celebrado en el interior de una iglesia y oficiado por un conocido jesuita que terminó su vida religiosa convirtiéndose en duque consorte de Alba, y que tuvo la ocurrencia de matrimoniarlos "en nombre de los hombres". Pero uno es así de original.

Pues bien, la nueva alcaldesa del cambio  está viendo que al tener que realizar su lista de concejales, se ha encontrado con unos ciudadanos y ciudadanas impresentables del partido de Pablo Iglesias a los que ve obligada a destituir porque con sus palabras y sus actos manchan el "buen nombre" del nuevo Ayuntamiento de Madrid, que es el que está encargado de revolucionar la política municipal. Sobre todo, ese ansiado cambio que todos estaban esperando.

Pero no es eso todo. Lo peor del caso es que  a  las pocas horas de haber sido nombrada alcaldesa, ha tenido que desdecirse de esas promesas que son como el estímulo a sus potenciales votantes. De momento, ya renuncia a la creación de un Banco Municipal.


Sin embargo, cabe decir que una de las promesas que mantiene es la de convertir el dia del orgullo gay en una especie de fiesta madrileña semejante a la de San Isidro en  la que los gays, lesbianas, abortistas y semejantes puedan exhibirse como hasta ahora lo hacen, pero sin ser "fiesta nacional".


                                                 
                       
  Para que los madrileños puedan exteriorizar su odio a la iglesia católica y disfrutar de los beneficios de la tan deseada modernidad.  

Y en eso estamos. O sea. progresando.                                                              

                  

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