lunes, 12 de septiembre de 2011

Alejandro Nevski


Yo no lo quito


Pero eso tampoco es obstáculo para escribir sobre un personaje de la historia de Rusia que habría pasado inadvertido para la mayoría de la gente si no hubiera sido porque el famoso cineasta ruso Eisenstein, el que dirigió "El acorazado Potemkin" y otras muchas películas menos conocidas, quiso poner de relieve a esta noble figura de la Historia de Rusia.

Y si me preguntan a santo de qué se nos ocurre ahora mencionar a Alejandro Nevski, la única razón que me impulsa a hacerlo es que hoy es 12 de septiembre, y en el santoral de la iglesia ortodoxa rusa se le conoce como San Alejandro Nevski.



Porque este principe de Novgorod fué educado en la religión ortodoxa y la defendió contra los católicos, que eran los caballeros teutónicos y contra los suecos invasores. Era profundamente religioso, pero esto no es lo que más ocupa la película del comunista Eisenstein, sino su lucha contra los invasores de Rusia.

Su verdadero nombre era Alexandr Yaroslavich, porque era hijo del príncipe Yaroslav del pequeño estado medieval de Vladímir, aunque su hijo recibió el título de Principe de Novgorod. Y lo de Nevski se debe a la derrota de los caballeros teutónicos sobre el lago Peipus, en la cuenca del rio Nevá. Esto ocurría en el siglo XIII.


Lo de Nevski quiere decir "el del Nevá", y eso es una costumbre rusa para honrar a sus héroes. Así, al principe Dimitri Ivanovich, que derrotó a los mongoles en la batalla de Kulikovo, a orillas del rio Don, se le conoce en la historia rusa como Dimitri Donskoi, que también fué el nombre de uno de sus famosos acorazados. Aquella batalla no tuvo mucha importancia, pero enseñó a los rusos que se podía derrotar a los mongoles. Esta fué la verdadera victoria.

 Incluso al General Kutusov le concedieron el sobrenombre de Kutusov Smolenskoi, considerando que había sido el que derrotó a las tropas napoleónicas en Smolensko. y luego intentó parar a los restos de la "Grande Armée" en la batalla de Borodino, a las puertas de Moscú.

El caso es que aquel hombre, hoy es santo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, a la que un profesor nos comentaba que lo que hacía era "santiguarse al revés, y odiar a Roma", y hoy celebra su onomástica.

Quiera Dios que esta Iglesia, aunque se santigüe al revés, deje de odiar a Roma y seamos todos unos buenos cristianos, que es lo que más se necesita para vivir en paz y unión.

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