viernes, 11 de abril de 2014

Miscelánea

Yo no lo quito


1.- La Comision Europea.

Por fin, ya podemos conocer la lista de os aspirantes a miembros de la Comision Europea que propone el partido del Gobierno. O sea, que los sociatas ya no pueden seguir indignándose por el hecho de que Mariano no lo hubiera hecho público, como han estado diciendo hasta ahora. Estamos de enhorabuena.

La Comisión Europea ha sido llamada desde hace años "el cementerio de los elefantes". Lo cierto es que como cementerio no está nada mal, porque está bastante bien remunerado. Además, cuando tienen que abandonarlo les queda un retiro nada desdeñable, que para sí quisieran muchos españoles. Un ejemplo de lo que decimos puede verse en esta lista que apareció en la prensa francesa hace algún tiempo referente a las pensiones de retiro que les queda a los altos funcionarios europeos en relación con el tiempo que han estado en plena actividad.


En este cuadro puede verse que a un simple miembro de la Comision Europea con cinco años de empleo le corresponde un retiro de 4.256 euros de vellón.Una pensionceja nada despreciable.



2.- La "musa" del cambio.

La lectura del libro de Pilar Urbano viene a recordarnos la figura de una preciosa mujer que intervino en la política del "cambio" y que constituye una de las paradojas de este historia de España tan dificil de entender. Preciosa y desgraciada al mismo tiempo, pero que por aquellos años nos alegraba la vista con su bella estampa de mujer aristocrática, culta, distinguida, y...muy desgraciada, que se llamaba Carmen Diez de Rivera e Icaza.



 Esta mujer, que había nacido en el año 1942, era hija de Sonsoles de Icaza, una mujer muy atractiva y algo ligera, que pertenecía a una aristocracia madrileña que se movía en los ambientes próximos a Franco y que brillaba en la "alta sociedad" del Madrid reconquistado al terminar la guerra. Aquella señora estaba casada con el marqués de Llanzol, que era un coronel de Caballería muy enamorado de ella, don Francisco de Paula Diez de Rivera. Pero un mal día se encontraron el cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer y Sonsoles, y al cabo de un año nació una niña a quien el marido dió su apellido, aunque no era hija suya. En esta foto pueden verse a la marquesa de Llanzol con dos hijas; la de la izquierda de la foto se llama Sonsoles, y la de la derecha es Carmen Diez de Rivera.


Hasta aquí una historia que no puede sorprender a nadieque sea mayor de edad, pero lo verdaderamente complicado vino más tarde porque resultó que esta muchacha se enamoró de un joven asistente a alguna de las fiestas que la alta sociedad madrileña organizaba; y el joven en cuestión resultó ser el hijo de Ramón Serrano Suñer, o sea, su hermanastro.O sea, que no se podía casar con él.

Para ella, que lo ignoraba, debió ser un golpe tremendo que cambió radicalmente su vida. Y esto explica algo tan increible como que una muchacha de la alta aristocracia, y que jamás habría llegado a pensar en la política, fuera uno de los apoyos que tuvo Santiago Carrillo y el Partido Comunista en el entorno de la Zarzuela  y de Adolfo Suárez.

De esta mujer, bella, inteligente, culta y distinguida, se ha escrito poco sobre su juventud. Uno recuerda que pudo intentar entrar en una orden religiosa y que quizás esuvo trabajando por Africa en alguna misión. Por supuesto, de devaneos amorosos, ni soñar. Y el recuerdo de esta mujer que debió sufrir mucho en vida mientras fué joven, nos vuelve a hacer pensar que en la vida pueden producirse las historias más insospechadas.

Porque esto no es un folletín. Sencillamente, es Historia.

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