lunes, 14 de octubre de 2013

Cosas de La Vanguardia

Yo no lo quito

Este Asno pide perdón a sus lectores por referirse hoy a ese panfleto subvencionado por la Generalidad de Cataluña (que no es ningún secreto para nadie, por cierto) siempre al servicio del que en cada momento es el que manda, que hoy nos despierta con esta portada.




Por lo que se ve el Papa Francisco no hace ninguna referencia a la Guerra Civil en el acto de beatificación de los 522 sacerdotes y monjas que hoy suben a los altares, aunque sea en el primer escalón, por haber sido asesinados por causa de su fe religiosa.

Tampoco ha mencionado para nada el odio a la iglesia que se ha desatado en España a partir de la revolución francesa a lo largo del siglo XIX, del XX, y parece ser que la cosa sigue en el XXI.. Y no habla de la guerra civil porque es tema nacional que a él no le incumbre, como tampoco habla de los toros, que son una costumbre española anterior a la revolución francesa, esa que proclamaba la Liberté, la Egalité y, sobre todo, la Fraternité.

Y es que la costumbre de quemar conventos y matar curas empezó ya en España a partir de 1808 por la sencilla razón de que el clero estaba contra la invasión napoleónica, y las tropas francesas comenzaron a quemar iglesias y conventos espontáneamente. A decir verdad no fueron los españoles, pero éstos pronto aprendieron de las tropas francesas.
  

Incluso antes de la invasión napoleónica, en el año 1794, las tropas francesas ocuparon durante ocho dias la población de  Ripoll, y una de las primeras cosas que hicieron es quemar  el monasterio benedictino de Santa Maria de Ripoll, fundado en el año 879 por Wifredo el Velloso, destruyendo las tumbas de los primeros condes de Barcelona. El último incendio tuvo lugar el dia 9 de agosto de 1835 donde volvió a sufrir un incendio, expulsando a los monjes y desapareciendo con ellos varios tesoros de arte y de la ciencia, unos por el fuego y otros por amigos de lo ajeno.       


Monasterio de Ripoll tras el incendio de 1835

Reinando José I Bonaparte, a este Rey se le ocurrió mejorar la ciudad de Madrid, y por ello ya derribó unos cuantos conventos, aunque por razones urbanísticas y militares.

En el año 1835 tuvo lugar una quema de conventos en el contexto de la Primera Guerra Carlista, pero en Madrid, en 1834, a causa de una epidemia de cólera se hizo correr la infamia de que los curas y frailes habían envenenado el agua de las fuentes, y ello dió lugar a una verdadera matanza de frailes. Lo que también tuvo su eco en Barcelona donde la gente cantaba: "sang i fetge menjarem", y "morin los caps pelats", o sea, los frailes.

En el año 1902 tiene lugar otra quema de conventos en España.

En el año 1909 tiene lugar en Barcelona la famosa Semana Trágica, que duró desde el 26 de julio al 2 de agosto de aquel año.

En 1931, a los pocos dias de iniciada la Segunda República Española tiene lugar una quema de conventos en Madrid y otras ciudades de España.

En 1934, se quemaron conventos y asesinaron sacerdotes en varias ciudades de España, pero principalmente en Asturias. En Barcelona se queman algunas iglesias en Villanueva y la Geltrú, donde se ha proclamado la República Socialista.

En 1936, en cuanto ganan las elecciones los del Frente Popular, siguen los incendios de iglesias, denunciados en el Congreso por Gil Robles, que se intensifican en cuanto comienza la guerra civil esa de la que el Papa no quiere hablar para no mencionar la soga en casa del ahorcado. Sin ir más lejos, en la ciudad de Barcelona se queman todas las iglesias menos dos.

Lógicamente, el Papa Francisco no ha querido mencionar todo aquello que permanece en nuestro recuerdo.Por ejemplo, las campañas anticlericales que aquí en España han tenido siempre mucho éxito, y que dan fé estas imágenes de la prensa "progresista".


  




Que, lógicamente, tenía que terminar en esto otro


 Y hasta corre por estos pagos un majadero, Diputado en el Parlamento Catalán y presidente del grupo ICV que afirma cosas como éstas


Todas estas cosas son más que suficientes para que el Papa Francisco no haya querido mencionar la soga en la casa del ahorcado.

Y eso que Su Santidad no debe leer La Vanguardia.

     


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