lunes, 21 de octubre de 2013

Mujeres

Yo no lo quito


1.- Los malos catalanes.

Son aquellos que van a incorporarse a las listas esas que la Generalidad dice que es conveniente hacer para fichar a los catalanes buenos y tambien a los malos; o sea, a los que no tragan las verdades esas de los Reyes de Cataluña y Aragón en las que se basa la "verdad histórica" de Cataluña. Esa que se está intentando imponer a los catalanes desde hace casi 150 años, porque no es cosa de ahora como muchos creen, o dicen creer.

Por este motivo nos permitimos ofrecer a la Generalidad el nombre de una catalana de las malas, más bien conocida como "Agustina de Aragón", y que está enterrada en Zaragoza, aunque falleció en Ceuta, pero que no era zaragozana ni ceutí.

Su verdadero nombre era Agustina, Raimunda, Maria, Saragossa i Doménech, nacida en Barcelona, en el barrio de la Ribera, el 3 de  abril de 1768  y bautizada en la Iglesia de Santa María del Mar el dia 6 de marzo de 1786 que es lo que indica su fe de bautismo.

A los 17 años se casó con el cabo de Artillería Joan Roca i Vilaseca, lo que indica que tuvo que cristianarse antes del matrimonio; lo que no tiene nada de particular porque sus padres eran de Fulleda (Lérida) y se vinieron a Barcelona para trabajar en la industria barcelonesa.

Como su marido pertenecía las tropas de Artilleria de Barcelona, se sabe que intervino en la batalla del Bruch cuando se produjo la invasión napoleónica, y más tarde tuvo que desplazarse con su unidad a Zaragoza para atender a la defensa de la plaza, esta vez acompañado de su mujer.

Agustina entró en la Historia un dia que se acercó a la batería del Portillo para llevarle la comida a su mario. y se encontró en medio de un fregado de tiros y sin poderle dar de comer porque estaba muerto  al pié del cañón, que es como mueren los buenos artilleros.

Aquella pobre mujer, que pasaba de los cuarenta años, al darse cuenta de que una columna de soldados franceses se estaba acercando peligrosamente a la batería, no tuvo mejor idea que tomar el botafuegos de manos de un artillero caido, que podría haber sido su marido, aunque de eso no se sabe nada, y colocándolo encima del oido de un cañón de 24 libras, efectuó un disparo que destrozó a la cabeza de la columna francesa y la hizo retroceder.

Cuenta la leyenda que al enterarse Palafox de lo que había hecho aquella mujer, le impuso la charretera de subteniente de Artillería. Lo que sí parece que fué verdad es que la nombraron artillero y al poco tiempo ascendió a cabo, a sargento, y terminó siendo subteniente del Real Cuerpo de Artillería.

Por este motivo nos es muy grato ofrecer aquí el cuadro del pintor catalán Ferrer Dalmau dedicado a su paisana Agustina Saragossa. Lo que conviete a este joven artista en otro mal catalán que también pudiera entrar en el fichero de Artur Mas.


Mujeres de este fuste es lo que necesitamos en esta España en la que abundan los follones y malandrines. Y un ejemplo de estas mujeres es la juez Mercedes Alaya que, desde el juzgado de Sevilla número 5, a la que El Alimoche propone para que sea nombrada artillera honoraria, por su habilidad en la preparación del tiro, en la rapidez y eficacia de su fuego, unas veces con granada rompedora y otras de metralla, y por la entereza de que nos da ejemplo ante los insultos, maniobras y guarradas de toda clase que tiene que sufrir en el cumplimiento de su deber, procedentes de la chusma que vive del dinero de los parados. De todos aquellos que han cambiado el emblema de la hoz y el martillo por la gamba y el langostino


Esta juez nació en Ecija, que es una de los ciudades más antiguas de España porque su fundación se data en el siglo VIII a.C. en el contexto de la cultura de Tartessos. Bajo el imperio romano se denominó Astigi, o sea, que no se trata de un insulto denominarle ilustre astigitana. Y bajo la dominación napoleónica aparecieron por allí los famosos "siete niños de Ecija" que dicen que no eran siete sino muchos más, y que la mayoría ni siquiera eran de Ecija. Nosotros no entramos en estas disquisiciones, pero ¿qué no sabrá de bandidos esta ilustre juez astigitana?

El Alimoche anima a sus lectores para que en cuanto esta señora termine su trabajo en el juzgado de Sevilla, soliciten al Ministro de Justicia que se la destine a Barcelona, donde no le podrá faltar trabajo.

Porque, "como el mundo sabe", Madrit ens roba. Y la prueba de ello es que estos pobres ciudadanos catalanes van a padecer mucho por la inclemencia del invierno que nos espera.


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Y ya es hora de que empiece a haber en Cataluña una justa distribucion de la riqueza



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