El empeño por "civilizar" a los militares, ofreciéndoles una especie de título, que los ingenieros civiles dudan en reconocer, para que cuando abandonen su carrera no se encuentren "desamparados", es una estupidez solo explicable por la ignorancia de esta tropa que nos maneja.
Lo cual dió lugar a que el pobre Lavoisier acabase en la guillotina, de la que se habría librado como profesor en Segovia, y Proust descubrió en los laboratorios de la Academia de Artillería su famosa Ley de las Proporciones Fijas. Estos laboratorioos estaban situados entonces junto al Alcázar.
Esta es la razón por la que, hace setenta años, al funcionario que, envuelto en un guardapolvo de color azul, se encargaba de mantener el laboratorio de análisis quimico de la Academia de Artillería, se le reconocía como "Proust". Y en la época de exámenes por los pasillos de la Academia se respiraba ácido sulhídrico cuando se hacían los análisis de cationes por el método de Bunsen porque el laboratorio no estaba aislado y el gas se escapaba por todas partes.
Confiemos en que la Academia de Artillería no se llegue a cerrar. El cariño de Segovia hacia su Academia es tan grande que en 1952 se empezó a dar a los cadetes el título de segovianos de honor.
2.-Rectificación.
En varias ocasiones hemos comentado que teníamos dudas sobre el número de lectores que se atrevía a ler este adefesio. Incluso pensábamos que no tenía ninguno. Pues bien, en estos momentos ofrecemos un documento gráfico de que, al menos. tiene una lectora. O sea, que rectificamos.
3.-Otra rectificación.
Pero esta vez no es por nosotros. Precisamente, hemos oido por Libertad Digital que Federico Jimenez Losantos afirmaba que, el 23-F, Tejero había entrado en el hemiciclo al grito de "¡Por orden de general Milans del Bosch!".
Pues bien, esto es falso. Porque Tejero entró gritando: "¡En nombre del Rey!", o quizás; "¡Por orden del Rey!". Y esto se podía oir en los primeros videos que apareciero por la caja tonta, y luego ya se debió haber borrado este detalle, al menos en algunas cintas, porque ya no se volvió a oir más.
Que fuera o no fuera orden del Rey es asunto que no nos compete, porque lo ignoramos. Pero las cosas no se pueden falsear de esta manera. Por lo menos, hay que enterarse.
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