Yo no lo quito
1.- Francesc Pujols.
Los agentes de seguridad están indignados porque ahora la Generalidad de Cataluña les obliga a catalanizar las placas de identificación, dándoles un plazo de diez y ocho meses para que realizen al cambio.
El presidente de la Plataforma de Vigilantes de seguridad (PLAVISE), Juan Miguel Moreno, ha calificado esta orden de catalanizar las placas como una "estupidez supina", y además de recordar que supone un gasto inútil, los diferencia del resto de los compañeros. Además, la seguridad privada se rige por normas nacionales, y están dispuestos a llevar este asunto a los tribunales. Y los perjudicados empiezan a pedir a los políticos catalanes que empiecen a resolver los problemas y no a generarlos.
Y como en la redacción de El Alimoche somos totalmente neutrales en este aspecto, entendemos que los vigilantes de seguridad no deben estar enterados de la importancia de ser catalán. Y por este motivo les recomendamos que se apresuren a leer lo que escribía hace años un tal Francesc Pujols i Moragues, filósofo y humorista que da nombre a una calle de Barcelona. Calle que se puede encontrar entre las de Canuda y Portaferrissa. Incluso su amigo Salvador Dalí le hizo un monumento en Figueras, del que podemos ver esta placa.
También tiene, como todos los grandes filósofos, sus detractores. Incluso alguien llegó a calificarlo como "el último cantamañanas" que dicho en inglés, que es mucho más fino, sería llamarle "the last morning singer". Aunque nosotros dudamos que sea el último porque por estos pagos corren muchos discípulos suyos. He aquí una foto de su juventud.
Este ilustre pensador llegó a escrbir que:
".. Si bien es muy cierto que nosotros no lo veremos, porque ya estaremos muertos y enterrados, también es cierto que los que vendrán después verán como los reyes de la tierra o quienes gobiernen a las naciones, se arrodillarán ante Catalunya; entonces será cuando, los que hayan leido este libro si aún queda algún ejemplar, comprenderán cuanta razón tenía su autor cuando, riendo, riendo decía las cosas más serias que se pueden decir, pues estamos persuadidos de que en tiempos venideros, si las cosas no cambian y van por el camino que van, de los catalanes se dirá que son "los compatriotas de verdad", y todos los extranjeros nos mirarán como si mirasen la sangre de verdad, y cuando darán la mano a un hermano nuestro, además del respeto y admiración que le profesarán, les parecerá que tocan la verdad con las manos y, dado que muchos se echarám a llorar de alegría, los catalanes deberíamos enjuagarles los ojos con el pañuelo, y ser catalán equivaldrá a tener todos los gastos pagados por donde quiera que vaya, y bastará que sea catalán para que la gente lo aloje en su casa o le pague la fonda, que es el mejor obsequio que se nos puede hacer a los catalanes cuando vamos por el mundo."
Leido lo cual, recomendamos a los vigilantes de Seguridad que no sean quejicas y no se molesten, porque la chapa en catalán, seguro que les abrirá muchas puertas, y no tienen motivo alguno para quejarse.
Y que todos podamos verlo.
Amén
Leido lo cual, recomendamos a los vigilantes de Seguridad que no sean quejicas y no se molesten, porque la chapa en catalán, seguro que les abrirá muchas puertas, y no tienen motivo alguno para quejarse.
Y que todos podamos verlo.
Amén
No tiene desperdicio ese párrafo. ¡Oh, gloria de la razón, sin duda la paranoia de Dalí surgió de tan fecunda amistad con ese sutil filósofo!
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