viernes, 30 de octubre de 2009

Amicus Plato (5)

Companys Presidente de la Generalidad de Cataluña

La muerte de Maciá, el dia de Navidad de 1933 hizo que Companys ocupara su plaza para convertirse en el segundo Presidente de esta institución. El mes anterior había tenido que dejar el Ministerio de Marina, pero no porque hubiera provocado ningún daño a la Escuadra o a la Marina Mercante, sino porque las derechas esta vez ganaron las elecciones, entre otras causas, gracias a la aprobación del voto femenino, como todos habían previsto, y a lo que los socialistas se habían opuesto radicalmente.

La situación en Cataluña no era para echar cohetes. Ya desde la llegada de la República había habido varias huelgas, incidentes provocados por los anarquistas, y casos como el de las minas de Figols donde hasta tuvieron que intervenir las tropas. De ellos ya hemos hablado en otras ocasiones.

Existía un sindicato que era la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores) que estaba implantado en Cataluña y muy especialmente en Barcelona, y este Sindicato fué "ocupado" por un Movimiento anarquista mucho más agresivo, que era la FAI (Federación Anarquista Ibérica). Y de esta "asimilación" da cuenta esta viñeta que apareció en la revista "Mirador" en la que el asno de la FAI le dice al león de la CNT que le entregue el dinero, le siga y se calle.


Por otra parte, Companys había sido fundador de la "Unió de Rabassaires" y se propuso establecer una nueva "Ley de Contratos de Cultivo" que sustituyera a la que había sido modificada por el Código Civil de 1889. Y como mucha gente ha estado utilizando la palabra "rabassaire" sin saber cual era el sentido de esta palabra, vamos a explicarlo ahora brevemente.

En Cataluña existía desde hacía siglos un tipo de contrato entre propietarios de la tierra y agricultores que arrendaban una finca o parte de ella. Contrato que se denominaba "de rabassa morta" (de cepa muerta) por el que se establecía que el payés obtenía el alquiler de la tierra para el cultivo de las viñas, pero este contrato se rompía en cuanto se morían dos tercios de las cepas plantadas.

La mejora de los métodos agrícolas hacía que estas cepas no se murieran tan facilmente, y al arrendador (rabassaire) se le prolongaba el contrato durante varias generaciones. Al mismo tiempo, cuando se producía un aumento del valor del terreno, el propietario se consideraba perjudicado.

El conflicto entre propietarios y aparceros a mediados del siglo XVIII lo resolvió la Audiencia de Barcelona a favor de los propietarios estableciendo que, bien por muerte de las cepas, o al cumplirse los 5o años de su firma, se disolvería el contrato.

Este sistema dió lugar a nuevos problemas cuando llegó a España la filoxera, procedente de América, a finales del Siglo XIX, que dió lugar a la sustitución de las cepas por otras de origen americano, cuya vida era menor que la de las europeas destruidas por la enfermedad. Además los rabassaires sostenían que que las viñas replantadas eran la misma cepa antigua, con lo que se podía llegar perpetuar la vida de la viña. En vista de lo cual, el Código Civil de 1989 estableció definitivamente una duración de 50 años para el contrato.En el año 1934, cuando Companys llevaba pocos meses como Presidente de la Generalidad, el Parlamento de Cataluña aprobó una nueva Ley de Contratos de Cultivo (Lley de Contractes de Conreu) que permitía a los rabassaires convertirse en propietarios de la tierra que cultivaban, mediante el pago de una indemnización a los terratenientes. Esta ley le enfrentó a los propietarios catalanes y al Gobierno central. Además, el Tribunal de Garantías Constitucionales la anuló y esta anulación se consideró como un ataque a los "derechos de Cataluña" y una limitación impuesta al Estatuto Catalán.


Esta anulación provocó reacciones violentas en la prensa catalanista, y así se fraguó en Cataluña la sublevación del 6 de octubre de 1934.

Situación que fué aprovechada por los socialistas para organizar simultáneamente la que ya tenian preparada desde el triunfo de las derechas en las elecciones del año anterior.



¿Y qué hicieron los anarquistas? se preguntarán. Pues los que presumían de ser más violentos en Cataluña (y con razón) no hicieron nada y dejaron a los separatistas que se las arreglaran. Al fin y al cabo,eran enemigos irreconciliables.

Hasta mañana.

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