Cuenta el comandante de Artillería D. Estanislao Guiu y Martí en su obra "El año militar español", escrita entre 1887 y 1892, varios episodios de lo sucedido en la batalla de Lepanto aquel 7 de octubre de 1571. No podía faltar, por supuesto, lo que le ocurrió a aquel soldado de 24 años que se llamaba Miguel de Cervantes Saavedra, y lo hace en estos términos:
"La galera Marquesa, mandada por el Capitán D. Francisco de San Pedro, que murió en la batalla, abordó la capitana de Alejandría, le mató cerca de 500 turcos y tomó el estandarte reeal de Egipto. Al principio del combate, un mozo español de 24 años, de la compañía de D. Diego de Urbina, perteneciente al tercio de D. Lope de Figueroa, encontrándose enfermo y con calentura, quiso a toda costa tomar parte en él a pesar de las instancias del capitán y de sus compañeros para que se retirara al entrepuente, pidiendo ser destinado al punto de más peligro, por lo cual lo colocaron con doce soldados escogidos junto al esquife, en cuyo sitio peleó con la mayor bravura durante la refriega recibiendo tres gloriosas heridas, dos en el pecho y otra en la mano izquierda, que le quedó inutilizada. Dicho joven, natural de Alcalá de Henares, se llamaba Miguel de Cervantes Saavedra y había de hacer después su nombre inmortal. Ufano de haber tomado parte activa en aquel hecho memorable, jamás se apesadumbró del malogro de su mano, complaciéndose de haber adquirido a tan alto precio el blasón de encontrarese entre los soldados de Lepanto y mostrando con orgullo sus heridas que recibió en el trance más esclarecido que vieron los tiempos pasados y presentes y que han de ver los venideros...y como luceros que deben guiar a los demás al cielo del pundonor."
En este relato se comete un pequeño error porque Cervantes peleó en Lepanto como soldado del Tercio de D. Miguel de Moncada. Tras ser herido estuvo seis meses en el hospital y se reincorpororó al ejército, pero esta vez sí que fué al tercio de D. Lope de Figueroa, y a las orden del Capitán Ponce de León.
La batalla de Lepanto fué una gran derrota de los turcos, pero sólo fué eso, una batalla que no pudo llegar a eliminar el peligro de los turcos, pero para la cristiandad tuvo mucha importrancia. Tanta, que el Papa añadio a las letanias de la virgen Maria la expresión "Auxilium cristianorum" y se creó la fiesta del Santo Rosario el dia del 7 de octubre.
Cuando decimos "cristiandad" nos estamos refiriendo a Venecia, España y los estados del Papa, porque en esta batalla no intervinieron los protestantes ingleses ni alemanes, por ejemplo, ni los franceses, cuyo "cristianísimo rey" hizo todo lo posible para fastidiar a España, poniéndose de parte de los turcos. Como siempre.
En estos momentos, aunque el fundamentalismo islámico tardará todavía en hacerse notar por estos pagos, al menos peligrosamente, el enemigo de la Iglesia está dentro. Y no debemos perder el tiempo sin hacerle frente. El auxilio de la Virgen siempre lo tendremos. Siempre que lo merezcamos, claro está.
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