viernes, 27 de abril de 2012

Las promesas de IU.

Yo no lo quito

Ayer comentábamos las exigencias de Cayo Lara para entrar en la Junta de Andalucía. Y empezamos a pensar que quizás nos faltó algo de reflexión al creer que aquellas promesas eran un cuento chino. Nada más lejos de la realidad porque eran propaganda política, exigencias de su política, y todo el mundo sabe que eso forma parte del sistema ese que disfrutamos los españoles y al que llamamos democracia. Peo esto es perfectamente aplicable a una región española que lleva en su bandera el color verde de los Omeyas, lo mismo que Extremadura que, además de llevar en su bandera el verde Omeya lleva también el negro de los Abbasídas.

Tampoco podemos olvidar que la Comunidad Autónoma andaluza considera que el padre de la Patria Andaluza es aquel notario de Casares que se llamó Blas Infante, católico de nacimiento pero convertido al islam a partir del dia 15 de septiembre de 1924.


Y es que el padre de la "nación andaluza" se sintió fascinado por las promesas que el Corán prepara para el creyente.

En la religión católica de su niñez, le prometían la contemplación eterna de Dios. Eso de estar cara a cara con el  Supremo Creador, se ve que a Blas Infante no le parecía suficiente y no se le ocurrió otra cosa que hacer lo que muchos de sus antepasados, que debieron ser muladíes, que ante las promesas que el Corán les hizo, abandonaron sus creencias y al grito de ¡Viva Mahoma! tiraron por la ventana el crucifijo y se pasaron al bando contrario. Además, así se ahorraban también el pago de la capitación a que estaban sometidos los cristianos. Por eso, cuando la sensatez exige ahora a los españoles aquello de "sangre,sudor y lágrimas" para redimir las culpas de haber votado a la izquierda más ramplona que jamás ha existido en España, Cayo Lara, que no es tonto, vuelve ahora a prometer el oro y el moro (sobre todo el moro) porque conoce a sus votantes.

¿Qué prometía el Coran a los creyentes? Pues el Paraiso de Mahoma; un lugar donde el mumin, vestido con ropas lujosas, descansa a la sombra de los árboles, tumbado junto a un rio cuyo cauce es de ámbar y está cuajado de piedras preciosas. Y mientras reposa en este ambiente de placidez, trescientos esclavos, como perlas de un collar, van desfilando ante él llevando bandejas de plata con ricos manjares o vasos de cristal de roca llenos de bebidas refrescantes.

Pero no termina ahí la cosa, porque mientras reposa, come y bebe, setenta y dos bellas huríes cantan y bailan poniéndose a su disposición para atender a sus necesidades. Bellas huríes que cantó el andaluz Gustavo Adolfo Becquer cuando escribía aquello de:

"Por tener, niña los ojos
verdes como el mar, te quejas.
Verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
 y verdes son las pupilas
de las huríes del Profeta"

Ahora ustedes pensarán que Cayo Lara está equivocado porque a nadie puede convencer que tras haber sido víctimas del gobierno socialista, que también prometía muchas cosas, las promesas de este hombre vayan a dar resultado, porque eso no es más que propaganda barata. Y que estas cosas sólo se le pueden ocurrir también al tio ese que hablaba de las tetas gordas.

Pues ustedes pueden pensar lo que quieran, pero no olviden que el Islam empezó a propagarse a partir de mediados del siglo VII, y que un siglo más tarde ya se había extendido desde la India hasta las orillas del Atántico. Y si no hubieran sido derrotados en Poitiers, no sabemos hasta donde podrian haber llegado. A los españoles nos costó siete siglos echarlos de nuestra casa.

El problema es que no todos se marcharon, y muchos han vuelto. Y ahora se disponen a reconquistar el Andalus.


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