martes, 11 de febrero de 2014

Sobre la verdad y la mentira.

Yo no lo quito


Parece que fué Bismark el autor de aquella frase que decía que nunca se miente más que antes de las elecciones, durante la guerra y después de una cacería.

De las elecciones ni siquiera vamos a hablar, de las cacerías tampoco, y de la guerra no vale la pena que hablemos porque es tan notorio que no puede menos que hacernos reir lo mucho que se ha escrito, y de lo que en España tenemos muchas puebas los que hemos tenido que leer lo que contaba por España la prensa de guerra, y de lo que vamos a dar solamente algunos ejemplos que harán sonreir a muchos de nuestros lectores.

Asi, la Vanguardia daba en Octubre de 1936 esta noticia


Y mucho antes había dado esta otra


Pero ya se sabe que estas cosas se hacen para dar moral a las tropas y a la población civil, cosas ambas que contribuyen a reforzar la moral de combate. Pero lo que es imperdonable es que de esta labor de ocultación de la verdad y de difusión noticias falsas se encarguen unos señores que se autotitulan historiadores que, además, se dedican a ocultar la verdad aunque no mientan y disimulen. Por ejemplo, este es el caso de un libro obra del "historiador" Gabriel Jackson que la hija de este Asno tuvo que comprarse en la Universidad de Barcelona para aprobar una asignatura de su carrera.




En este libro se explica que en el asedio del Alcázar  "se produjeron desperfectos". Y lo gracioso del caso es que no mentía porque desperfectos, ciertamente, los hubo




En otros casos ocurre que el que escribe desconoce muchos detalles de lo que está hablando. Esto no quiere decir que mienta, por supuesto, pero el desconocimiento de las cosas hace que interprete erróneamente aquello de lo que está hablando. Por eso, buena cosa es iluminarle con detalles para él desconocidos.

Son muchos los escritores que han comentado lo vergonzoso del consejo de guerra a que fué sometido Vicente Rojo por el delito de "rebelión", pero es conveniente aclarar lo que realmente sucedió. Y fué lo siguiente:

La venida del general Vicente Rojo a España por "enfermedad" en el año 1957 había sido pactada por el gobierno de Franco con el general Rojo; y una vez en España no pisó jamás una cárcel. Vivió en Madrid en casa de su suegro (un conocido hombre de derechas dentro de una familia católica), y para asistir al Consejo de Guerra se levantaba por la mañana, hacía las declaraciones que le demandaban, y regresaba a su casa.

Como ocurre en todos los Consejos de Guerra, le fué asignado un defensor, que en este caso fué un joven Teniente de la IX Promoción de la Academia General Militar que poco trabajo tuvo que realizar porque la absolución inmediata ya estaba pactada.Y el general fué absuelto. Por cierto, que aquel joven teniente era pariente de Julian Besteiro.



Otro conocido personaje que destacó a lo largo de la Guerra Civil en el bando del Ejército Popular donde alcanzó el grado de Teniente Coronel y Jefe de un Cuerpo de Ejército en la Batalla del Ebro, fué Manuel Tagüeña, un joven licenciado en Fisica y Matemáticas que perteneció al Partido Comunista, fué Teniente Coronel en el Ejercito Soviético, y desengañado de todo aquel tinglado por el que había estado luchando, se exilió en Méjico.

Manuel Tagüeña Dejó escrito un libro titulado "Testimonio de dos guerras" y, gracias a los buenos oficios de Joaquin Juste, representante español en Méjico, pudo regresar a España en 1960 para ver por última vez a su madre, que estaba enferma. Estuvo aquí cinco años en espera de documentación, y decidió regresar a Méjico, prefiriendo ser un "vencido" que un "arrepentido", declinando la ayuda que le ofrecía el gobierno español.

Y de casos como estos está llena la historia de la guerra civil española. Por eso este Asno se va a permitir aclarar otro caso que, aunque de lejos, le afecta personalmente porque se trata de un señor a quien la que con el tiempo iba a ser su suegra llamaba "el tio Juan". Y se trata del General Juan Hernández Sarabia, artillero,  feroz antiprimorriverista, enamorado, "intelectualmente" por supuesto, de Manuel Azaña a quien acompañó hasta el dia de su muerte y, encima, católico y terciario carmelita. En nuestra casa siempre se pensó que la conversión de Azaña, que murió con los auxilios espirituales de la Iglesia Católica en su retiro de Montauban, se debió en gran medida a la acción de su amigo Juan Hernandez Saravia. Este no quiso regresar a España desde su exilio en Méjico, aunque sí lo hizo  su esposa que deseó morir en su tierra natal y a la que no se le puso ninguna pega.

Estas cosas ocurrían, pero no se quiere hablar de ellas.

Pero como uno de los temas de esta amistosa , e incluso cordial, discrepancia entre el viejo soldado del siglo pasado y el joven soldado del siglo actual, es, precisamente, la pobre opinión que este Asno tiene del general Vicente Rojo en lo que se refiere a su acción militar, baste decir que no se trata solamente de una opinión exclusivamete personal.

Durante nuestra guerra civil hubo en las filas republicanas otro militar, Diplomado de Estado Mayor, como Rojo, y también antiguo profesor de la Academia de Infantería, y de la Escuela de Guerra. que se llamó Vicente Guarner Vivancos, menorquín, y que tuvo su mando especialmente en Cataluña.

Vicente Guarner
 
Este confiesa que en 1938, cuando se le nombra Director de la Escuela de Estado Mayor, tiene que presentarse ante el presidentre Manuel Azaña, quien le pide su opinión sobre el curso de la guerra, y le da su opinión, que es muy negativa.

a)En primer lugar urge limitar las atribuciones de los comisarios políticos en el frente, y b) Imponer drásticos cambios en el Estado Mayor, donde Guarner propone sustituir a Vicente Rojo por otro hombre que se llama Joaquin Pérez Salas. Porque, en opinión de Guarner tienen una infantería improvisada que no marcha, que no sabe tirar y que ignora el aprovechamiento del terreno. Lo que indica que, en opinión de Guarner, todavía no se ha conseguido llegar a disponer de un Ejército adecuado tras casi dos años de guerra en los que el Jefe del Estado Mayor ha sido Vicente Rojo, de cuyo fracaso, por supuesto, él no ha sido el principal responsable, pero que tampoco le convierte en un gran organizador, como ahora se pretende.

Lo que llama la atención es que Guarner proponga a Joaquín Pérez Salas como Jefe del Estado Mayor del Ejército. Un desconocido para muchos de los que han escrito últimamente sobre la guerra civil española. ¿Quien será este señor? Pues vamos a aclararlo.

Los hermanos Pérez Salas eran cinco militares. Cuatro combatieron en el ejército republicano y uno, Julio, en el nacional llegando a alcanzar el grado de General de División al final de su carrera. Sin embargo, el más notable de ellos fué, precisamente, Joaquin, que fué un personaje singular. Singular como artillero, porque fué el número uno de su promoción, de lo que da cuenta esta fotografía tomada en el patio de órdenes de la Academia de Segovia.


Singular, también porque el general sublevado Gonzalo Queipo de Llano, que está en Sevilla,  llega a decir de él:

" Lástima que tan buen jefe como Pérez Salas esté al lado de los rojos. Siento mucho tener que fusilarlo, pero me veré obligado a hacerlo".

Porque  la única batalla que de verdad ganaron los rojos a lo largo de toda la guerra la ganó Pérez Salas en Pozoblanco. Y por ello se le propuso para la medalla laureada de Madrid. Medalla que, por supuesto no se le concedió, porque la singularidad de este hombre le hacía odiar a los comunistas, procuró salvar la vida de gentes de derechas, y demostraba constantemente su personalidad negándose a utilizar los distintivos del Ejército Popular, llevamdo sus estrellas de Coronel hasta el momento de su muerte. Además, se negó a ir al exilio pudiendo hacerlo en un barco que le llevaría a Méjico. 

Entre las cosas que llegó a hacer para ganarse la animadversión de los comunistas es que en el frente de Córdoba frenó un avance de Queipo de Llano pero destituyendo primero al Jefe de la brigada de milicianos que era el pintor mejicano David Alvaro Siqueiros elevado a este rango por sus méritos comunistas, que aumentaron posteriormente al unirse al grupo de asesinos de Trotsky en Méjico. En esta foto aparece a la izquierda, acompañado por el coronel tambien mejicano Gómez, el año 1937.

Sobre la batalla de Teruel que, según muchos fué un éxito estratégico porque impidió que Franco se lanzase sobre Madrid y que terminó con la llegada de las tropas de Camilo Alonso Vega al Mediterráneo, dividiendo en dos la zona roja, conviene saber que para tomar una pequeña ciudad aragonesa que ya se había intentado tomar anteriormente al principio de la guerra, se puso a las órdenes de Hernandez Sarabia un ejército formado por cinco Cuerpos de Ejército; el XVIII, el XIX, el XX, el XXII y el XIII con un total de doce Divisiones. En reserva estaba el V Cuerpo de Modesto y el XXI de Perea. No tenian que intervenir tropas internacionales, aunque algunas se vieron obligadas a entrar en otras reservas.

La sorpresa fué absoluta y las pocas tropas que defendian el frente fueron arrolladas. El primer día se hicieron 500 prisioneros y se capturaron algunas piezas de artillería, profuindizándose algunos kilómetros y cortándose la carretera de Teruel a Zaragoza.Fué una victoria por aplastamiento que se desarrolló a finales de diciembre de  1937 y que terminó con la entrada en Teruel donde se estuvo luchndo hasta el 8 de enero de 1938. La reacción de Franco  fué tal, que el 30 de enero se tuvo que evacuar la ciudad y el 20 de febrero Hernandez Saravia no tiene más remedio que ordenar la retirada. Guarner dice que en aquella ofensiva había división a la que le faltaban 3000 hombres y que incluso hubo baterias de artillería de una sola pieza, y que "La desmoralización de las unidades que cedieron en Teruel, condenaba también la política militar seguida hasta entonces".



Teruel estuvo pocos dias en manos republicanas. pero lo suficiente para que se fotografiase la Pasionaria. La guerra se alargaría un año más.


¿De ello era responsable solamente Vicente Rojo? Ciertamente no. Pero lo que no es admisible es que se le presente ante los ojos del lector como un genio de la guerra.

Por cierto. Un nieto del general Rojo ha escrito una biografía de su abuelo que ha sido galardonada con el XVIII Premio Comillas de Biografía., Autobiografía y Memorias. Para conocimiento de nuestros lectores, les diremos que las autoridades que han formado el jurado han sido Jorge Semprun, Miguel Angel Aguilar, Santos Juliá, Enrique Krauze y Antonio López Lamadrid en representación de la Editorial Tusquets. Creemos que no necesitan presentación.

1 comentario:

  1. Pues, querido Asno, para no querer ni desear polémica (yo, naturalmente) me estás obligando a escribir todos los días. Todo sea por el incremento de conocimientos que me proporcionas.
    Intentaré ser breve, tarea ardua.
    En primer lugar, gracias por adjudicarme el apelativo de “joven soldado del siglo actual”, cuando éste que escribe nació en 1948. Aunque juventud y vejez siempre son relativos y se llevan en el corazón y en el alma, no en los huesos y articulaciones.
    Realmente no alcanzo a comprender la inquina hacia Vicente Rojo que observo en tus escritos. La realidad de Vicente Rojo es una incógnita, un enigma, como incluso tú bien dices y redices. No son, por tanto, verdades ni mentiras (título de este artículo) sino distintas formas de interpretar indicios para conocer lo ignorado. Comentaré tu artículo siguiendo tu hilo argumental, para mayor facilidad.
    Sigo opinando que el consejo de guerra a Vicente Rojo fue un esperpento, un hecho grotesco y desatinado. ¿Cómo calificarías una acusación de rebelión contra quien permaneció fiel a la República? Dices que fue absuelto y yo entiendo que fue indultado excepto las accesorias. De la absolución al indulto hay un trecho. Hace mucho leí que hay una carta de una de sus hermanas dirigida a Franco agradeciéndole lo que hizo por su hermano. Incuso creo recordar que se le asignó una especie de “sueldo” para poder vivir. Lo que contradice que Franco escribió sobre su expediente la siguiente frase: ”negar el pan y la sal”. Entonces, ¿dónde está la verdad?
    Tagüeña, aquí, no pinta nada, como no sea para resaltar que el sanguinario Franco no era tan sanguinario como ahora lo describen pues no parece que Tagüeña sufriese consejo de guerra ni represalia alguna durante su breve estancia en España ya en 1960.
    Pasamos luego a ensalzar a Hernández Saravia por su (supuesta) labor de evangelización de Azaña, quizá su única hazaña. A mí, un señor que se enamora intelectualmente de Azaña, no me merece mucho crédito que digamos. Más bien poco respeto. Quizá su enamoramiento fue más bien agradecimiento de estómago satisfecho hacia quien le nombró jefe de su gabinete cuando Azaña fue ministro de la Guerra y secretario personal cuando alcanzó la Presidencia de la República. En mi opinión, sus actuaciones al frente de tropas no fueron precisamente ejemplares. Y si alcanzó la ayudantía de Azaña ¿no sería para protegerlo?
    Respecto a opiniones contrarias a la calidad profesional de Vicente Rojo, podrían aportarse también opiniones favorables y tan solventes como aquéllas.
    Lo que está claro es que Guarner era un auténtico profeta cuando, en 1938, da una opinión negativa sobre el curso de la guerra. ¡Menudo águila! Y acusa a Rojo de, tras dos años de guerra, no disponer de un ejército adecuado, lo que viene a demostrar que el ejército de Franco era una panda de ineptos ya que tardaron tres años en ganar una guerra que estaba ganada al mes de comenzada.
    Y pasamos a Pérez Salas. Decir que la batalla de Pozoblanco es “la única batalla que de verdad ganaron los rojos a lo largo de toda la guerra”, ¿no es un poquito exagerado? Pregunto, no afirmo, que conste.
    Nadie presenta a Vicente Rojo como un genio de la guerra pero fue de los pocos que dio un aire de “profesionalidad” a la Guerra Civil. ¿Qué hubo otros? Por supuesto pero ninguno, sólo él, alcanzó el máximo nivel de responsabilidad en la organización y el planeamiento.
    Querido Asno, ya lo dijo don Ramón de Campoamor:
    Y es que en el mundo traidor
    nada es verdad ni mentira:
    todo es según el color
    del cristal con que se mira
    A pesar de no haberlo dicho todo (ya está bien de paliza), creo que mi postura queda clara. Y doy por finalizado este interesante debate pues, al fin y al cabo, esta página es tuya y dices lo que te parece. Comme il faut. Pero seguiré deleitándome con tus escritos.
    Un abrazo.
    Ángel

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