Yo no lo quito
Hoy nos es muy grato ofrecer a nuestros lectores un ejemplo de cómo se debe felicitar la Navidad a estas alturas del progreso en el que estamos inmersos. Esto es lo que todavía no ha tenido ocasión de aprender nuestro Presidente del Congreso al enviar una felicitación Navideña de esa que utilizamos los casposos, y que ha indignado a muchos diputados "pogres". Incluso podría haber enfurecido a algún diputado musulmán, que no sabemos si ya hay alguno, pero no perdemos esta ilusión. No olvidemos que el padre de la Patria Andaluza, aquel notario llamado Blas Infante, se convirtió al islam.
Y es que acabamos de recibir una felicitación de esas que podríamos definir como "multiuso", en la que lo que menos importa es el nombre de la fiesta que se celebra, y que en catalán se denomina "Nadal", seguramente por traducción del italiano "Natale". Esta felicitación nos la envian desde "La Illa", que es un centro comercial muy importante que nos cae ahí por la Diagonal, en la parte alta de Barcelona.
No cabe duda de que la felicitación es "original", Y tenía que ser así, porque, como decía un amigo nuestro, arquitecto por más señas: "en este pais hay gente que con tal parecer original, iría por la calle con la minga fuera." Pero, originalidades aparte, no deja de ser un ejemplo de la desvergüenza de esta sociedad, que celebra una fiesta cristiana eliminando cualquier referencia el verdadero sentido de esta celebración.
Así, que nadie se queje.
Los que no pueden felicitarse de las cosas que se leen en los periódicos estas Navidades son los protagonistas de esta fuga de capitales a Suiza (y a otros paraisos fiscales) de nuestras primeras autoridades catalanas. Y esta inquietud no deja de reflejarse en las últimas imágenes que se pueden ver en la prensa como ésta, que hemos recogido hace algunos dias, cuando la historia del consejero de Interior todavía no había aparecido en las cabeceras de los periódicos.
Menos mal que siempre habrá un papá Rajoy dispuesto a echar una mano. Y no nos parece mal que se ayude a Cataluña a salir de este pozo de inmundicias, aunque sea a costa de nuestro dinero, pero lo que nos indigna es que no se ponga como condición necesaria echar a esta gente al mismo, lugar de donde salieron. Y es que como decian en el siglo XVII las autoridades de Cervera :"La Diputació del General es una casa de perdició".
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