jueves, 27 de octubre de 2011

Paz,piedad y perdón.

Yo no lo quito

Inevitablemente, las noticias que nos llegan estos dias sobre el perdón a los asesinos de ETA, nos recuerdan aquella frase que Azaña pronunció el 18 de julio de 1938. Por cierto, mientras se estaban concentrando tres Cuerpos de Ejército en la orilla izquierda del Ebro para iniciar una de las batallas más cruentas de la guerra civil española, y veinticuatro dias antes del fusilamiento de 62 presos en el Castillo de Montjuich de Barcelona, donde residía Manuel Azaña que, según nos cuentan los historiadores, era el segundo Presidente de la Segunda República española. Pero don Manuel no se debió enterar de nada de eso.


Aquel hombre que, al enterarse la quema de conventos e iglesias en varias capitales españolas el 11 de mayo de 1931, cuando había transcurrido sólo un mes desde  la proclamación de la República, pronunció aquella frase de: "la uña de un republicano vale más que todas las iglesias juntas", siete años más tarde pedía a todos (suponemos que a todos los vencedores, porque de tonto no tenía un pelo) algo tan dulce como "Paz, piedad y perdón".

El mismo hombre que dijo en octubre de 1931 la frase que recogía el diario madrileño "El Sol", frase que hizo Historia,


pedía paz, piedad y perdón para los que habían asesinado a la mitad de los obispos españoles y unos 6000 religiosos y monjas, sin contar aquellos que fueron asesinados por llevar una cruz en el cuello o en el corazón.

Por eso no debe extrañar a nadie que este gobierno quiera aplicar a los asesinos de ETA lo mismo que su admirado Azaña, entonces Presidente de su no menos admirada y añorada República, pedía aquel 18 de julio de 1938.

En realidad lo que se pretende es que no se haga Justicia con los que llevan sobre su conciencia (si es que la tienen) la muerte de un millar de hombres, mujeres y niños. Por cierto ¿Alguien ha realizado el cómputo de los niños asesinados por las bombas de ETA? Por eso, desaparecido el concepto de JUSTICIA, el Ministerio debería recibir la denominación de Ministerio del Perdón. Que se entere el señor Caamaño. que es el que dirige este Ministerio con innegable caradura.



Hasta el siempre indefinible Duran Lleida ha declarado que las víctimas de ETA no deben pedir venganza. Cosa que, nadie ha pedido, sino el cumplimiento de las penas que define nuestro Código Penal. Porque en España dicen que es verdad, que tenemos un Código Penal.

Los que hemos leido los Evangelios sabemos que en aquel sermón de la Montaña, cerca de Cafarnaum, Jesús dijo, según cuenta San Mateo:"Beati misericordes quoniam ipsi misericordiam consequentur" O sea: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán la misericordia" .  Y es que la misericordia no consiste solamente en dar limosna a los pobres. Misericordia es también alegrarse de las alegrias del prójimo y acompañar en su dolor a los que sufren. Pero cuando promete misericordia  no  está  prometiendo la misericordia de los hombres, sino la misericordia infinita del Dios creador, que no tiene nada que ver con la justicia civil, que es la que aplica las penas a los delitos de los hombres.

Bueno, aunque uno no es teólogo, eso es lo que le enseñaron a uno desde que era niño. Y si me equivoco, que venga Fernández de la Cigoña, que de eso sabe más que este pobre Asno de Rotterdam.

Y ya que hemos mencionado los incendfios de iglesias estrenados con la República, no estará de menos recordar que aquel día 11 de mayo de 1931, el primer gobernador militar de Madrid, que acababa de llegar de Portugal donde se había tenido que refugiar por haber conspirado contra la monarquía, e inmediatamente ocupó este cargo, era un general republicano que no tuvo más remedio que declarar el estado de guerra en la capital para impedir que siguieran los incendios esos que valian menos, según Azaña que la uña de un republicano.

Aquel General se llamaba Gonzalo Queipo de Llano, que, personalmente, leyó el bando con la declaración del estado de guerra.


Esto es Historia, aunque a muchos les moleste. Que sabemos que les molesta por las cosas que nos escriben.


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