Hace unos dias, mientras zascandileaba por Internet, pude leer uno de esos comentarios que los blogueros dedican a los que escriben sus artículos. Y me llamó la atención el comentario de uno que afirmaba lisa y llanamente, que el rearme de Alemania tras el Tratado de Versalles se debió al "cabo de Bohemia" (tambien llamado Adolf Hitler, para los amigos).
Mentiría si dijera que me sorprendió leer esta afirmación, porque uno ya está al cabo de la calle sobre la forma de escribir la historia moderna, y el escaso conocimiento que a diario demuestra la gente de lo ocurrido en este valle de lágrimas durante el siglo pasado. Y por este motivo se me ha ocurrido escribir estas lineas sobre el Tratado de Rapallo, firmado el año 1922 entre la República de Alemania y la Unión Soviética. (Recuerden que Hitler subió al poder en 1933. O sea, once años más tarde).
Sobre lo que significó la firma del Tratado de Versalles sí que se ha escrito lo suficiente como para tener conocimiento de que ello significó un error garrafal protagonizado por Francia por boca de George Clemenceau (también conocido por el Tigre" por sus compañeros) que se empeñó en barrer del mapa a Alemania. Hasta el punto de que el británico Lloyd George le llamó la atención sobre las consecuencias que aquello podría tener; y Clemenceau le replicó, indignado, que Inglaterra estaba separada de Alemania por el Canal de la Mancha, mientras que a Francia solo le separaba de ella una débil linea fronteriza.
Algún dia volveremos a tratar este tema de Versalles, pero el Tratado que nos interesa en estos momentos es el de Rapallo, que es una bonita ciudad del norte de Italia.
Una vez terminada la guerra y firmado el Tratado de Versalles, y la negación a Alemania de formar parte de la Sociedad de Naciones, los alemanes se dirigieron a los soviéticos en términos que muy bien podrian traducirse con estas palabras: "Ustedes y nosotros somos los apestados de Europa. Ustedes por ser comunistas, y nosotros por haber perdido la guerra. Por tanto, debemos apoyarnos mutuamente".
Y así fué como se firmó en Rapallo un Tratado de Paz entre la "Republica de Weimar" y la Unión Soviética.
El tratado lo firmaron los ministros de Asuntos Exteriores que eran el ruso Giorgi Chicherin y el alemán Walther Rathenau. Este Tratado incluía unas cláusulas secretas de apoyo industrial a Rusia por parte de Alemania, y de apoyo militar a Alemania por parte de Rusia para que ésta pudiera superar clandestinamente las limitaciones del Tratado de Versalles.
Para firmar este Tratado por parte de Rusia, nadie más adecuado que
Giorgi Chicherin, un rico aristócrata, pariente lejano del poeta
Pushkin, que puso su fortuna a disposición de la revolución en 1905, que tuvo que escaparse de Rusia y fué a parar a Inglaterra donde había sido procesado y encarcelado en Londres por propaganda revolucionaria. Además era un admirador de Wagner y de la cultura alemana.
Por parte alemana, el firmante era un industrial de origen judío, hijo del creador de una floreciente industria eléctrica alemana, la AEG (Allgemeine Elektricitäts Gesselschaft). Una industria importantísima, cuyo título me viene a la memoria porque los tranvías de Barcelona utilizaban sus motores y cuando viajabas en la plataforma del conductor lo tenia siempre escrito delante.
Pues bien, a Walther Rathenau la firma de este Tratado le costó la vida porque un par de oficiales del ejército de ideología ultraderechista, considerando que aquel tratado con Rusia era una traición a Alemania le preparó un atentado y terminó con su vida.
El rearme alemán lo tenía proyectado el Jefe del Reichswehr, Hans von Seeckt, y de esto hablaremos mañana. Un saludo a todos.
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