martes, 21 de mayo de 2013

Segunda República (10)

Yo no lo quito


Ayer decíamos que Franco iba a salvar a la República amenazada por las masas extremistas. Nosotros no lamentamos discrepar de los historiadores "oficiales". Al contrario. nos divierte mucho demostrar que lo que vocean no son más que mentiras, pero la vida tiene estas cosas, y ahora contaremos como pudo ser así.

A mediados de julio de 1934, Franco estaba en Baleares.El Ministro de la Guerra era el radical Diego Hidalgo, del equipo de Alejandro Lerroux, y fué a Baleares en visita de inspección. Allí se entrevistó con Franco y quedó impresionado por sus conocimientos; por eso, como se estaban preparando unas maniobras que tenian que celebrarse en septiembre en la provincia de León (en la Maragatería), el Ministro le invitó a que le compañara en calidad de asesor técnico. Por eso Franco tuvo que trasladarse a Madrid cuando llegaron las maniobras, y aparece en esta foto


En el centro de la fotografía aparece el general López Ochoa que mandaba las fuerzas de maniobras, rodeado de algunos agregados militares, y el segundo por la izquierda es Franco, cuyo cargo era, curiosamente, el de Comandante Militar de Baleares.

Las maniobras terminaron el 29 de septiembre y Franco solicitó unos dias de permiso para trasladarse con su familia a Oviedo, el hogar de su esposa, y pasar unos dias de descanso. Pero como las cosas se habian complicado y se esperaba una acción violenta para aquellos dias, se quedó en el Cuartel General. a disposición del Ministro y allí le llegaron las primeras noticias de la que se había organizado, siendo retenido en Madrid para que, con su plena autoridad, dirigiera la batalla contra la revolución que habian organizado los socialistas, comunistas y anarquistas en Asturias.



Franco leyó todos los telegramas que le llegaban de toda España y vió la angustiosa situación de Asturias.
Diego Hidalgo le cedió su propio despacho y le alojó en una habitación contigua a la suya que se convirtió en una sala de operaciones llena de mapas y poniendo a su disposición la estación de radio y el gabinete telegráfico. Lo primero que hizo fué enviar a Asturias dos banderas de la Legión y dos tabores de Regulares que pudieron desembarcar en Gijón el 10 de octubre poniendo al frente de las tropas africanas al Teniente Coronel Yagüe.

La verdad es que Diego Hidalgo deseaba que las tropas que tenian que intervenir en Asturias estuvieran mandadas por Franco, y así se lo recomendó al Presidente del Gobierno que era Lerroux, pero como el Jefe del Estado Mayor era el general Masquelet conocido masón, él designó a otro masón, el general López Ochoa para el mando de las tropas en Asturias. Este recibe el encargo en el Ministerio, delante de Franco y de Goded a la 1 de a tarde del dia 6 de octubre, y sale inmediatamente hacia el norte, durmiendo aquella noche en Ribadeo y se une a una pequeña columna formada por un batallón incompleto de Lugo, y empieza la marcha  dirigiéndose al centro de la rebeldía.

El dia 7 la columna llega a Grado, y parece intentar llegar a Trubia, pero se desvía llegando el dia 8 a Avilés. El dia 9 el jefe de la sublevación, Ramón González Peña presencia como sus gentes desvalijan las cajas del Banco de España en Oviedo. La columna de López Ochoa entra en Avilés y prosigue su avance hacia Oviedo. El dia 10 Franco saca de su descanso en el pueblo de San Leonardo al Teniente Coronel Juan Yagüe, que monta en un helicóptero y se presenta en Gijón para esperar la llegada de sus legionarios. Y como el barco no llegará hasta mediada la tarde, aprovecha para sobrevolar la zona en la que tendrá que operar.

El día 11 Oviedo sigue aguantando los embates de los revolucionarios y la columna de López Ochoa consigue llegar a Oviedo y unirse a los defensores.. El dia 12 la revolución está practicamente dominada desde el momento en que los componentes del "Ejército Rojo" se dispersan y abandonan el sitio de Oviedo. Pero entonces empiezan las discrepancias entre Lopez Ochoa y Yagüe porque el primero, que es el que ha sido nombrado por el gobierno quiere llegar a un pacto con los revolucionarios a condición de que las tropas de Africa se retiren, y Yagüe dice que él sólo obedecerá a Franco, que es el que le ha ordenado ir a Oviedo. El mismo Franco le ordena a traves de la radio de los barcos, que obedezca las órdenes de Lopez Ochoa.

El Tte Coronel Juan Yagüe. Ramajos, Gener y Alcubilla

El 13 de octubre llega a Oviedo una columna organizada en Santander al mando de Solchaga, a la que se incorpora Camilo Alonso Vega, que habia estado defendiendo el cuartel de Santa Clara.

El dia 18 López Ochoa pretende negociar con Belarmino Tomás, genealísimo minero, una paz en toda la cuenca minera, y Yagüe está a punto de sacar la pistola. Franco le vuelve a regresar a la disciplina.

Restablecida la legalidad republicana, se conceden tres laureadas individuales y hasta 37 medallas militares colectivas. Las laureadas son para los generales Batet por su actitud en Barcelona, a López Ochoa por la campaña de Asturias, ambos masones, y al Capitán Alonso Nart, de la Guardia Civil, a título póstumo, por su defensa de la  en Sama de Langreo, donde muere defendiendo a sus guardias.



Las bajas producidas duante la revolución fueron unos 1,100 revolucionarios muertos y 200 heridos. Las tropas y fuerzas de seguridad y civiles asesinados unos 300 muertos. 34 religiosos asesinados. La ciudad de Oviedo destrozada por la dinamita. obras de arte destrozadas y el Banco de Oviedo saqueado.

El diplomático español  republicano y acérrimo antifranquista Salvador de Madariaga, en su libro "España. Ensayo de historia moderna" llegó a escribir:

"El alzamiento de 1934 es imperdonable, La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya  tiempo. El argumento de que José Maria Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falsa. Hipócrita, porque todo el mundo sabía que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931 sin consideración alguna para lo que se proponía o no Gil Robles y, por otra parte, a la vista está que el presidente Companys y la Generalitat entera violaron también la Constitución. ¿Con qué fe vamos a aceptar como heroicos defensores de la República de 1931, contra sus enemigos más o menos ilusorios de la derecha, a aquellos que para defenderla la destruían? Pero el argumento era, además, falso, porque si Gil Robles hubiera tenido la menor intención de destruir la Constitución del 31 por la violencia ¿qué mejor ocasión que la que le proporcionaron sus adversarios políticos alzándose contra la misma Constitución en 1934, precisamente cuando él, desde el poder, pudo, como reacción, haberse declarado en dictador? Lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y despego al parlamentarismo, Gil Robles salió de esta crisis convicto y confeso parlamentario, a punto de que dejó de ser, si jamás lo hubiera sido, persona grata a los fascistas (...) Con la rebelión de 1934 la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936".

Claro que no todos piensan lo mismo. Así, el "historiador" británico Paul Preston ofrece una versión totalmente distinta, que suponemos es la que ahora se enseña en nuestras Universidades:

"Las intenciones de los socialistas con los sucesos que comenzaron la mañana del 4 de octubre de 1934 eran limitadas y defensivas, Su objetivo era defender el concepto de República desarrollado entre 1931 y 133 frente a la que percibían como ambiciones corporativistas de la CEDA. La entrada de la CEDA en el gobierno fué seguida de una proclamación de República Independiente en Cataluña que duró diez horas, de una desganada huega general en Madrid y del establecimiento de una cmuna obrera en Asturias. Con la ecepción de la revuelta asturiana, que resistió por espacio de dos semanas los violentos combates con las Fuerzas Armadas gracias al terreno montañoso y a la pericia de los mineros, la tónica dominante del "Octubre español" fué la falta de entusiasmo. Ninguno de los hechosocurridos a lo largo de ese mes, ni siquiera los de Asturias, indicaban que la izquierda estaba preparando una sublevación a conciencia. Lo cierto es que, en tanto se lograba resolver la crisis, los líderes socialistas se esforzaron por contener las actitudes violentas de los exaltados".


O sea, que ya saben como se escribe la historia de España desde fuera. Al fin y al cabo, otro "historiador", en este caso norteamericano, Gabriek Jackson, también escribió que cuando terminó el sitio del Alcázar de Toledo, éste "había sufrido desperfectos"

Y era verdad.

desperfectos

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