viernes, 31 de mayo de 2013

Divagaciones

Yo no lo quito

La noticia del dia es hoy la despedida, al menos oficiosa, del Presidente del Tribunal Constitucional el valenciano Pascual Sala Sanchez.


Huelga decir que nos alegramos de que tan ilustre jurista se retire y abandone este Tribunal Constitucional, remedo de aquel otro que se llamó Tribunal de Defensa de la República. Por cierto, como este jurista nació en el año 1935, inútil es decir que no pudo conocer a aquella república, si se parte del principio de que los niños llegan al uso de razón a los siete años.

Su nombramiento como Presidente del Tribunal Constitucional se produjo el dia 20 de enero de 2011, bajo el gobierno del nefasto Rodriguez Zapatero y con el apoyo del Partido Socialista. Recordemos que el primer Presidente de este triste Tribunal fué un catedrático de Derecho que se llamó Tomás Garcia Pelayo, a quien cogió la llegada de los socialistas al poder bajo la batuta de Felipe González, y que fué presionado para votar a favor de la expropiación de Rumasa por Boyer. Aquel pobre hombre, ya anciano, votó a favor de la expropiación e inmediatamente presentó su dimisión para regresar a Venezuela, de donde había venido, para morir en Caracas al poco tiempo comido por los remordimientos. Porque en aquella época todavía había algunos jueces que se morían de vergüenza por haber aceptado la coacción del déspota de turno.

El actual presidente que ahora se retira fué, durante el régimen de Franco, miembro de "Justicia Democrática" que era una asociación de jueces opuesto a la dictadura y partidarios de la democracia en España. Ya dentro del período que llamamos democrático (de alguna manera habrá que llamarlo) fué uno de los miembros de "Jueces para la Democracia" hasta ser nombrado Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo Nacional del Poder Judicial.

Al abandonar la presidencia del Constitucional nos deja la siguiente patata caliente por mayoría


Esta ha sido la última porque anteriormente este Tribunal, ya nos había dejado el tema del Estatuto Catalán. Y es que el Tribunal Constitucional está tan desprestigiado que se le considera sometido al poder político y siempre dispuesto a enmendarle la plana al Tribunal Supremo.




Veremos ahora lo que ocurre. Si es que ocurre algo.

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