martes, 10 de noviembre de 2009

Franco y el muro de Berlin

La celebración del vigésimo aniversario de la caida del muro de Berlin (que no era sólo de Berlin, sino de muchos kilómetros también fuera de Berlin) ha proporcionado a "nuestro bien amado presidente Zapatero" decir la penúltima de sus paridas. Por supuesto, que ZP jamás tuvo ocasión de cruzar el telón de acero. Ni de esto, ni de muchas cosas más. Y como da la casualidad de que el que suscribe lo cruzó dos veces permaneciendo un mes cada vez en la DDR (Deutsche Democratische Republik) con pasaporte español y bajo el régimen de Franco, esto nos viene a recordar aquellas declaraciones que en el año 1976 hizo el escritor Alexandr Solyenitzin a Jose Maria Iñigo en un progrma de Televisión Española. Decía entonces el autor del Archipiélago Gulag y Un dia en la vida de Ivan Denisovitch lo siguiente:


"¿Saben ustedes lo que es una dictadura?(...) Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y trasladarse a cualquier lugar de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo en nuestro pais. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la "propiska" (registro judicial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme a tal o cual población. (...)

Los españoles pueden salir libremente de su pais para ir al extranjero (...) En nuestro pais estamos como encarcelados. Paseando por Madrid y otras ciudades (...) más de una docena, he podido ver en los kioskos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increible! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros se verían inmediatamente docenas y docenas de manos tendidas luchando por procurárselos (...)

También he observado que en España uno puede usar libremente las fotocopiadoras (...) Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así en nuestro país.

En su pais (dentro de ciertos límites, es cierto) se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años del poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladora(...)

Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos."

Cuando Juan Benet, un ingeniero de Caminos Canales y Puertos, hijo de un abogado asesinado en Madrid por los comunistas, y que aparte de construir pantanos franquistas dicen que se dedicó también a escribir libros, se enteró de lo que acababa de decir Solyenitzin, escribió indignado:

"Yo creo firmemente que mientras existan personas como Alexandr Solyenitzin, deberían existir los campos de concentración. Incluso deberían estar mejor vigilados para que personas como él no pudieran salir. Nada más higiénico que el hecho de que las autoridades soviéticas- cuyos gustos y criterios sobre los escritores rusos subversivos comparto a menudo- busquen la manera de librarse de semejante peste." (Cuadernos para el diálogo, 27 de marzo de 1976)

O sea, un verdadero demócrata.

Pero no crean ustedes que Benet fué el único "intelectual"que protestó por estas declaraciones. Vean ahora algunas otras de ilustres intelectuales españoles (demócratas también, por supuesto).

El subdirector de Cuadernos para el diálogo, Eduardo Berrenechea, también arremetía contra el "hombrecillo Solyenitzin" que, según él había hecho "enrojecer ...de vergüenza" a muchos telespectadores.

La revista procomunista Triunfo, que era una de las de mayor tirada en aquel tiempo, denunciaba el "escándalo" de la "operación Solyenitzin" organizada para "someternos por medio de una disertación fanática y apasionada. El señor Solyenitzin llega con retraso de una guerra fria, y la Televisión española, de una guerra civil renovada"

O sea, que denunciar la situación de la URSS y compararla con la de España significaba renovar la guerra civil y atacar a la "democracia española" en ciernes.

En la revista Por Favor, Soledad Balaguer cantaba las excelencias del sistema soviético y denostaba al "Premio Nobel barbudo" que daba "gato por liebre diciéndonos que los rusos eran muy malos porque eran comunistas, sin conseguir que nadie le creyese".

La escritora Montserrat Roig tampoco se queda corta cuando escribe con su natural ingenio:"La barba de Solyenitzin parece la de un cómico de pueblo, la de un cómico ambulante pagado por una alianza de señores feudales. El escritor hace reir al gallinero. Un dia le arrancarán las barbas postizas"

Otro Premio Nobel, Camilo José de Cela, tachado como escritor "de derechas" escribe: " Solyenitzin no está solamente contra España, nuestro pequeño y amado pais, lo cual no sería nada. Está contra Europa. Heraldo de la tristeza. No tenemos necesidad de pájaros de mal agüero."

Jiménez de Parga, que fué Capitán Jurídico en la IV Región Militar por los años 50, también escribe: "...uno pierde la cabeza delante de quien, sirviéndose de las pantallas de TV, pretende tomarnos por imbéciles permitiéndose explicar, precisamente en España, lo que es una dictadura".


Ninguno de ellos tuvo que pasar por un Gulag durante veinte años como aquel Capitan de Artillería que, entre 1944 y 45, había escrito unas cartas a otro compañero criticando a Stalin y que se llamaba Alexandr Solyenitzin, a quien vemos fotografiado en el campo de concentración de Ekibastuz, en Kazajistan.



Y es que en España tenemos una "intelectualité" que no se puede aguantar. Por tanto no se rasguen las vestiduras cuando ese mamarracho que tenemos como Presidente eructe tamañas idioteces en Polonia delante de su Jefe de Gobierno. Aqui, que cada palo aguante su vela.

2 comentarios:

  1. La izquierda siempre ha aplicado el "y tu mas" cuando se le ha puesto delante alguna de las muchísimas atrocidades que se han cometido en su nombre... lo que pasa es que a veces la comparación es odiosa y, en el caso de ZP, ridícula.

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  2. De aquella frivolidad estúpida viene la presente ignominia.

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